Del amor al odio, o viceversa, esa es la sensación que viven los fanáticos mexicanos sobre todo con los deportistas o los artistas, pero cuidado cuando la pasión se desborda, pues entonces ¿dónde está el autocontrol?
Lo hemos visto a través de la historia, como cuando fallece algún famoso, por ejemplo, Vicente Fernández, donde miles de fans acudieron a despedirlo en su morada final, el famoso Rancho Los 3 Potrillos, y durante un par de días se vio una marea humana que quería hacerse presente en las exequias del artista.
Asimismo, hace muchísimos años, cuando pereció en un accidente aéreo Pedro Infante, en las calles había ríos humanos, con hombres y mujeres que de plano se desmayaban al calor de la emoción. Es impresionante, a tantos años de distancia, ver esas escenas de llanto colectivo.
Ahora bien, no solamente los cantantes o actores famosos generan pasión desbordada, pues por ejemplo, y aunque suene increíble, un reguetonero de nombre Bad Bunny está a punto de lograr una proeza, pues en cuanto se abrieron las taquillas para su presentación en el Estadio Azteca, las líneas se saturaron y hoy se reporta que hay una fila virtual de más de 300 mil personas, número que aumenta de manera considerable con cada minuto que pasa. Eso, es fanatismo.
En otro extremo, está el patinador Donovan Carrillo, un jovencito que por lo pronto ya pasó a la historia del deporte como el único mexicano que ha logrado acceder a una Final de Patinaje Artístico, compitiendo con expertos en la materia; si gana o no, eso ya será otro cantar, pero mientras tanto en estos momentos lo que le sobran son fans.
No hay que olvidar a la gimnasta Alexa Moreno, que fue tundida en redes por su “sobrepeso”, pero les calló la boca a muchos cuando accedió a la Final de su especialidad en los pasados Juegos Olímpicos; ella sí que pasó del odio al amor.
Y así podemos mencionar a gente destacada en distintos ámbitos, ya que hay que reconocer el talento de los mexicanos que logran hacerse de un nombre tanto en el país como en el extranjero, y otro ejemplo más es el cineasta Guillermo del Toro, quien otra vez está nominado para los premios Oscar, en donde otro paisano, Carlos López Estrada, se convirtió en el primer mexicano en ser nominado al trofeo en Largometraje de Animación; ellos dos aspiran a ganar una estatuilla dorada que se entrega a lo mejor del cine.
Pero el otro lado de la moneda lo están viviendo en estos momentos los Rayados de Monterrey, que tras su estrepitoso fracaso en el Mundial de Clubes, la enfurecida afición colocó imágenes en hieleras de las cabezas de Javier Aguirre y los directivos del club, tras perder el juego.
Eso sí ya se pasa de fanatismo. Imagínese la sensación de cuidarse de sabrá Dios quién, ¡qué miedo!…
Suponemos que ese es el precio de la fama, pues todo aquel que representa el sueño de ser alguien reconocido en la vida por su profesión, por sus talentos o por sus cualidades, levanta pasiones, aunque a veces no se puedan controlar, y eso ya no es fanatismo, es obsesión, y como tal, es de cuidado.