Hay imágenes que lastiman el alma, que indignan, que duelen… Dicen que una imagen dice más que mil palabras y eso es exactamente lo que ocurrió ayer, donde un ciudadano grabó el secuestro de un hombre en Sonora.
Un plagio más tal vez no debería asombrarnos, pero la particularidad es que sus hijos fueron testigos de tan lamentable hecho y una niña incluso, intentó proteger a su papá.
Esos menores tuvieron mucha suerte, porque en una de esas los delincuentes también cargan con ellos. Por cierto, el padre de familia fue encontrado después… ejecutado.
Es tal la impunidad que priva en el país, que los criminales se dan vuelo y hacen lo que quieren a plena luz del día y en presencia de quien sea, pues saben que no serán molestados.
Estos hechos delictivos, la mayoría, son dados a conocer porque hay ciudadanos que corren el riesgo de grabar el video del hecho delictivo a costa de su propia vida, porque generalmente nadie se atrevería a enfrentar a los delincuentes por sentido común.
Con el actual poder de las redes sociales es que estos hechos quedan registrados en la memoria colectiva pero no pasan de ser una anécdota, porque las autoridades poco o nada pueden hacer ante el embate de la delincuencia.
La impunidad es tal, en cualquier parte del país, que por ejemplo ayer dejaron un cuerpo en la puerta de una escuela pública en Cancún, o qué tal las decenas de las víctimas del crimen organizado que son dejadas como trofeo a la vista de todo el mundo en Zacatecas; y en el colmo, en pleno funeral de un periodista en Guerrero sujetos armados amenazaron a los asistentes. Ese es el horror y desafío de los delincuentes.
Lo malo es que la sociedad ya se está acostumbrando al horror, pues esto es el pan de cada día, la gente se está adaptando a estos nuevos tiempos, pues el tema de la violencia en nuestro país es más que común, pero esto no es privativo de nuestro entorno, pues a nivel global se sufre porque a causa de este nuevo cáncer es que la gente no vive, sino sobrevive.
Y en México lo lamentable es que nuestras autoridades están ocupadas en abrir nuevos frentes de batalla y cerrarlos también, porque quien debería dar el manotazo en la mesa para exigir acciones y proponer soluciones, tiene pleito con medio mundo y parece no ver ni oír una realidad que está lastimando a nuestra sociedad.
Cuando la gente se harte y empiece a tomar justicia por su propia mano, como ya ha ocurrido incluso en nuestro Estado, es cuando voltearán las autoridades, pero el asunto, que ya se salió de las manos en varias regiones, va a seguir escalando porque lo han permitido.
Por lo pronto las imágenes que circularon profusamente y que se hicieron virales narran el drama del secuestro y la violencia, y ese trauma no se les quitará nunca a esos niños que vivieron de primera mano el horror de la violencia de nuestro país, esa que quieren detener por medio de abrazos.