“¿Qué ganas con beber tanto, hijo mío?” —le preguntó el padre Arsilio a Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo. Replicó el temulento: “No lo hago por lucro, padrecito”. Un día el beodo se sintió mal y fue a ver a un médico. Tras examinarlo le dijo éste: “No doy con la causa de su malestar. Ha de ser por la bebida”. “Muy bien —declaró Empédocles—. Volveré cuando esté usted sobrio”… Desde luego no decimos “mohíno” ni “mohína”. Decimos “muino” y “muina”. Muina es la condición del muino, del que anda molesto o apesarado. Rara vez AMLO da a ver su verdadero estado de ánimo. Si en su interior siente algo, su rostro y actitudes presentan otros datos. Sin embargo, debe andar muino. El resultado de la votación del domingo no fue seguramente el que esperaba. A pesar de las maniobras de sus incondicionales, de la ilegal propaganda que la 4T puso en ejercicio, de las dádivas entregadas en los días cercanos al 10 de abril; a pesar de todo eso, digo, la clientela de López Obrador no se volcó en las urnas. Su asistencia fue magra, y en algunos Estados del país francamente desoladora, incluso en Entidades gobernadas por MORENA. Reitero mi opinión en el sentido de que si todos los mexicanos que disentimos de AMLO hubiésemos acudido a mostrar esa oposición con nuestro voto, por lo menos le habríamos pegado un buen susto al autocrático señor, y le habríamos bajado los humos de que trae llena la cabeza. Ahora bien: la jornada significó un resonante triunfo para el INE. Superó todos los obstáculos que aviesamente le puso el régimen, evadió sus trampas y mostró capacidad de organización, eficiencia y buenos resultados en el cumplimiento de su función. Debilitados quedaron AMLO, la 4T y MORENA; fortalecido y revigorizado quedó el INE. Razón de más para esperar una arremetida del Presidente y sus paniaguados contra el organismo electoral. Los ciudadanos conscientes y no sujetos al dominio del Caudillo deberán mantenerse en estado de alerta frente a él. A López Obrador no le creo ni el bendito. Por más que diga y rediga que gobernará sólo hasta el 24, tomo su afirmación cum grano salis, o sea con cautela, con escepticismo. Espero que lo acontecido en la votación del domingo, en especial la ausencia en las urnas de muchos de sus partidarios, lo haga moderar sus ímpetus en vez de llevarlo, por despecho, desesperación o rabia, sentimientos muy propios de gobernantes dictatoriales en apuros, a radicalizar sus posturas y extremar aún más su absolutismo. No es improbable que lo veamos ahora tratar de imponer a toda costa y precipitadamente sus reformas, atentar en mayor medida contra las leyes y las instituciones nacionales. Estemos vigilantes. El reino peligra cuando el rey se enoja… Doña Frinesia no es partidaria de la monogamia. Dice que la palabra se parece mucho a “monotonía”. Una tarde su esposo don Cucoldo llegó al domicilio conyugal a hora desacostumbrada, pues en su trabajo de tenedor de libros de la Compañía Jabonera “La Espumosa”, S.A., fabricante del popular jabón “Chiquito”, de mucho uso en moteles de corta estancia o pago por evento, lo acometió una súbita jaqueca o cefalalgia. Al entrar en su alcoba, a donde iba a fin de recostarse un rato, vio en el lecho conyugal a su esposa en compañía de un sujeto. Ambos se hallaban en estado natural, o sea sin ropa. Tal visión hizo que a don Cucoldo se le olvidara su dolor de cabeza. Tiene razón el refrán: no hay mal que por bien no venga. Antes de que el señor pudiera articular palabra le dijo su mujer: “Cucoldo: si te digo que no estamos haciendo nada malo no me lo vas a creer ¿verdad?”… FIN.
MIRADOR
Un indiscreto le preguntó a don Artemio de Valle Arizpe, ilustre saltillense, galano cronista que fue de la Muy Noble y Leal Ciudad de México:
—Don Artemio: ¿cuántos años tiene usted?
Respondió él:
—Perdone que no se lo diga. No me gusta hablar de mis enemigos.
Los años no han sido enemigos de Cristina Sánchez Aguirre, queridísima prima mía. Ha conservado su gentileza, su gracia, su belleza. Con ella, con sus hermanos y los míos, con una variada colección de primas y de primos, de tías y de tíos, pasé días felicísimos de infancia. En casa de nuestra abuela, mamá Lata, en el rancho de su abuelo, don Teodoro, empezamos la aventura —la ventura— de vivir.
La Güerita cumple hoy años. No diré cuántos, porque en el caso de las damas los años no cuentan, y ella es una hermosa dama. Sí diré que su vida ha hecho que la vida de los demás sea mejor. Los recuerdos que de ella guardo son de los mejores entre los muchos buenos recuerdos que atesoro.
Le doy gracias a mi prima por ser como es, por haber sido siempre como siempre ha sido. Y cuando vea a Diosito —alguna vez lo voy a ver— le daré también las gracias por haber puesto en el mundo a alguien como mi prima Cristina, La Güerita.
¡Hasta mañana!…
MANGANITAS
“…El INE llevó a cabo
la votación del domingo…”
Todos lo sabemos ya:
a pesar de su labor,
el Presidente Obrador
ni las gracias le dará.