JUCHITÁN DE ZARAGOZA, Oax. (EL UNIVERSAL).-Todo comenzó hace exactamente un año, en medio de la pandemia por Covid-19. Desde el corazón de la Novena Sección de Juchitán, en una casa de la calle Jaramillo, un recién titulado ingeniero químico arrancó un negocio con 10 libros, una vieja bicicleta, muchas ganas de convertirse en librero y fomentar la lectura en una población que casi no lee.
Juan Carlos Vásquez Aquino emprendió algo que para muchos estaba destinado al fracaso: la venta de libros. No obstante, ideó una estrategia de mercado para su negocio, cuando muchos emprendedores cerraban los suyos, que consistió en hacer entregas de casa en casa con su único medio de transporte: su bicicleta.
A un año de arrancar, ha vendido exactamente 2 mil 300 libros en el municipio de Juchitán y en otros rincones de la región, el estado y el país.
En la entrada de su casa cuelga una discreta lona con el nombre de su librería, «El pueblo que lee», junto con una leyenda que sintetiza el pensamiento de este joven: «Un pueblo que lee es un pueblo culto y un pueblo culto es un pueblo libre».
En el interior, en la sala de su hogar, están montadas cuatro mesas repletas de libros, desde clásicos hasta éxitos de ventas, pasando por una sección de literatura escrita en la lengua zapoteca y de escritores de la región del Istmo de Tehuantepec.
«Es increíble cómo pasé de 10 libros a miles en un año. Lo que funcionó son las entregas a domicilio, como se hizo con la comida cuando la contingencia sanitaria comenzó. Siempre bromeo diciendo que ya recorrí 2 mil veces Juchitán con mi bicicleta y creo que así seguiré».
«Además, ha funcionado la promoción en las redes sociales, porque cuando se promueve la librería en Facebook nos piden del interior del país, hasta he mandado a Estados Unidos libros en zapoteco», cuenta.
Su amor por los libros y la lectura lo llevaron por este camino, al grado de compartir sus libros con los niños y jóvenes de su sección, una de las zonas catalogadas como de alto riesgo en Juchitán, por una serie de ejecuciones, así como por el alto grado de consumo de la droga cristal entre menores.
Libros en las calles
Junto con sus amigos y vecinos, el abogado Hiram Santiago y el arquitecto Felipe Jiménez, arrancó con el proyecto de una librería callejera, que consiste en instalar un librero en la calle, en este caso en una de las paredes de la avenida principal de la Novena Sección de esta ciudad.
Para hacer más atractivo el espacio, comenzaron a elaborar un mural en la calle más transitada: la representación pictórica habla sobre la libertad creativa que desata la lectura.
«Entre Hiram, Felipe y yo decidimos ofrecerle al lugar donde crecimos algo de tranquilidad y creación a través de los libros. Así que elegimos una pared y mandamos a hacer unas cajitas donde se guardan los libros que cada tarde podrán leer los niños y jóvenes que se acerquen a este espacio».
«También pensamos realizar actividades enfocadas a la lectura en el lugar que llamaremos Neza riunda / El camino de la lectura«, explicó.
El proyecto de estos tres jóvenes juchitecos no cuenta con recursos ni apoyo institucional, al contrario, todo ha sido posible gracias al tequio de los amigos de los participantes.
Muchos han donado pintura y mano de obra para avanzar en el acondicionamiento del espacio callejero, por lo que están abiertos a recibir tanto los apoyos en especie como con material y mano de obra para concluir el mural.
«No hemos terminado el mural porque cada uno de nosotros trabaja y estamos en el proyecto en nuestro tiempo libre, así que eso ha atrasado el arranque, aunque ya tenemos casi todo. Estamos abiertos a recibir libros para enriquecer nuestra biblioteca, que ayudará a promover la lectura en la sección», señala el promotor cultural.
Juan Carlos Vásquez Aquino manifiesta su esperanza de que el proyecto se replique en otras calles de la Novena Sección o en otros sectores de la ciudad istmeña de Juchitán.
Asegura que no están cerrados a que otros colectivos reproduzcan su idea, siempre y cuando el fin sea el fomento a la lectura.