La caballada de López Obrador para la sucesión presidencial está muy flaca. Dicho en términos de beisbol, los pitchers con que cuenta no traen nada en el brazo. La señora Sheinbaum, sin carisma y poco simpática, no sería una candidata atractiva para los electores, que además no sabemos si están ya preparados para que una mujer sea Presidenta de México. Marcelo Ebrard -fifí entre los que hablan mal de los fifíes- es demasiado fino para el caso. Su apellido sería su primer estorbo, sin contar con que puede ser atacado desde diversos flancos. Adán Augusto López es poco conocido, y tampoco tiene traza de ser un candidato que movería multitudes. Absurdamente AMLO hizo a un lado al mejor prospecto de MORENA, Ricardo Monreal, quien además sería, creo, un buen Presidente. Como candidato tendría no sólo el apoyo de los morenistas, sino también de quienes han visto en él al único hombre cercano a López Obrador que ha osado disentir de algunas de sus erráticas iniciativas y que no se ve como instrumento dócil y sumiso a sus consignas. Eso explica que no figure entre las “corcholatas”, denigrante nombre con el cual el rey AMLO se refiere a los súbditos que aspiran a heredar su título, que no su poder, al cual no renunciará sino cuando la naturaleza se lo dicte. Por parte de la oposición sólo hay una persona capaz de vencer en las urnas a MORENA: Luis Donaldo Colosio Riojas. Razón de sobra tiene Agustín Basave, tan razonable siempre, cuando afirma que a los morenistas les invade el pánico al escuchar el nombre de Colosio. A mí me habría gustado que en vez de llevarlo a la alcaldía de Monterrey su partido le hubiese dado a Luis Donaldo una diputación federal, que es puesto que presenta escaso riesgo, a diferencia del quemadero que puede ser la presidencia municipal de una ciudad tan grande y llena de problemas como la capital regiomontana. Siendo diputado habría tenido una tribuna nacional y la posibilidad de proyectar su imagen en todo el país. Pero en fin, eso no tiene marcha atrás. Por el peligro que representa para las aspiraciones continuistas de AMLO el joven alcalde empieza ya a ser atacado, y lo seguirá siendo, de eso no cabe duda. No obstante, para eliminarlo como posible candidato opositor tendrían que quitarle el nombre. Ni siquiera ha manifestado Colosio su intención de participar en la contienda y ya aparece como puntero en las encuestas que al respecto se hacen. En opinión de muchos es la única esperanza de poner freno a la perversa intención de convertir a México en un maximato presidido por quien tanto daño ha hecho a nuestro país. Algunos piensan que Colosio Riojas es demasiado joven para aspirar al cargo. Su prudencia personal llevada a extremos y el consejo de buenos asesores podrán evitar los errores de juventud que todos hemos cometido. Yo espero, por el bien de México, verlo en la boleta de elección del 24. Pienso que tendría muy grandes posibilidades de triunfo. Y estoy seguro de que el monarca de la 4T y su corte tiemblan ante esa eventualidad. Enorme sorpresa se llevó la esposa de don Algón. Entró sin llamar en la oficina de su salaz marido y lo vio en incómodo connubio con su joven y bella asistente. Incómodo, digo, pues estaban haciendo lo que estaban haciendo sobre el escritorio, cuya cubierta de madera -roble americano- estaba muy lejos de ser mullido lecho. Al ver aquello la señora prorrumpió en dicterios más duros aún que la cubierta del citado mueble. A ellos replicó don Algón en los siguientes términos: “Mujer: yo no te digo cómo tratar a tu personal en la casa. No vengas tú a decirme cómo debo tratar yo al mío en la oficina”. FIN.
MIRADOR
Yo soy ciego para el mundo de lo irreal.
A diferencia de otros, no puedo ver lo que no existe. Hay quienes ven aparecidos con la misma claridad con que miran la vaca o el caballo del corral. Yo, pobre invidente para lo sobrenatural, sólo veo lo que todos ven.
Por ejemplo, no he visto al niño antiguo que, me dicen, sale por la noche a jugar al aro en los aposentos de la casa del Potrero. Viste de marinerito, en la mejor tradición de lo tradicional, y empuja su aro con la misma seriedad que si fuera empujando el mundo.
Yo no creo en esas cosas. Creo en otras en que no debería creer. Pero les contaré lo que me sucedió. Ayer le pregunté al pequeño bisnieto de don Abundio por qué andaba solo en el camino cuando pardeaba ya la tarde. Me respondió:
-No andaba solo. Iba conmigo el niño que sale a jugar con su aro.
-¿El del traje de marinerito?
-Ése.
Qué pena. Soy tan ciego que no veo lo que debería ver. Sólo veo la vaca y el caballo.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“…Sigue adelante el Tren Maya…”
Observadores sinceros
están augurando ya
que seguro cantará
“Soy el tren sin pasajeros”.