Tenía que pasar casi una desgracia para que los encargados del espacio aéreo en México tomaran cartas en el asunto, pues lo que sucedió el fin de semana estuvo a un tris de serlo.
Imagine la escena por demás terrorífica, un avión en pleno descenso a punto de colisionar con otro que estaba en una pista; sólo un poder superior y la habilidad del piloto evitó lo que era inminente, si no la historia sería otra.
El incidente, como así se manejó, aunque más bien fue un casi accidente, afortunadamente no pasó del susto, pero costó la cabeza del jefe de los controladores aéreos que tuvo que renunciar porque el error fue muy grave.
Pero ésta no es la primera vez que ocurre algo tan preocupante, y el sindicato de controladores aéreos reveló que en el último año se han registrado 30 incidentes de gravedad, lo que obligó al Gobierno federal y a los dueños y representantes de las aerolíneas a replantear el espacio aéreo y lo que acordaron, aunque no se dio a conocer, seguramente será una sacudida de raíz a todas las estructuras involucradas.
Una de las primeras acciones es que algunas aerolíneas trasladarán sus operaciones al nuevo aeropuerto de Santa Lucía, que está subutilizado, lo que al fin quería hacer el Presidente, pues muchas empresas no querían operar desde el AIFA porque, aseguran, las condiciones no son las indicadas, pero el jefe del Ejecutivo amenazó con enviar vuelos por medio de un decreto presidencial, como los muchos que últimamente ha utilizado Andrés Manuel López Obrador.
La saturación parece ser uno de los muchos problemas que enfrenta el AICM, pues es de sobra conocido que eso parece un hormiguero día y noche, ya que ésas son las exigencias de la vida actual en la capital del país, enlace con el resto de la República y del mundo.
De los fallos humanos poco se sabe, pero el incidente del fin de semana fue el error de un controlador aéreo que desnuda los complejos problemas que se viven al interior de una torre de control, sobresaliendo temas técnicos pero también laborales, y se infiere que los controladores, de quienes depende el éxito de un aeropuerto de esa magnitud, no tienen una excelente capacitación ni las mejores condiciones de trabajo, y ambas cosas se pueden lograr con voluntad de las partes involucradas, pues se sabe, y si no se intuye, que el controlador aéreo conlleva una enorme responsabilidad y que son los ojos y muchas veces el cerebro de los pilotos, quienes deben seguir sus indicaciones; afortunadamente el fin de semana no ocurrió así porque estaríamos hablando de una tragedia más.
Pero además el caos que se vive en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México repercute directamente en las operaciones del puerto aéreo local, que también a veces registra saturación, ya que el caos y saturación que presenta el AICM lo resienten los pasajeros no sólo de aquí, sino de todo el país.