Un verdadero desafío de la delincuencia, ese tema que parece que nunca va a terminar, sucedió en una localidad de Chihuahua, donde criminales asesinaron a dos sacerdotes jesuitas y, por si fuera poco, robaron sus cuerpos.
Ésta es una historia que resulta hasta macabra porque el crimen ocurrió dentro de una iglesia, un lugar santo que fue profanado una vez más por gente que mata sin razón.
Pero no es la primera vez que ocurre, pues hace poco tiempo se registró el asesinato de un niño de dos años dentro de un templo católico cuando su único pecado, si a su edad pudiera tener, era haber acudido a ofrecer flores a la Virgen acompañado de su abuela, quien fue testigo de que al niño le volaran la cabeza de un disparo. Y sí, ocurrió en Zacatecas.
Este asunto, el de meterse con la población civil, no se veía hasta hace poco, pues era sabido que con la sociedad no se metían los malosos, era un pacto no escrito y se suponía que respetaban a mujeres y niños, pero la realidad, aunque estremezca, es que ellos, los sectores más vulnerables, son los primeros en ser atacados, porque eso duele.
Da escalofríos saber que ya no se está seguro en cualquier lugar, ni en la iglesia, pero mucho menos en la calle, pues en muestra de una afrenta a las autoridades cada vez es más común que los crímenes ocurran a plena luz del día y a la vista de medio mundo que, sin poder hacer gran cosa, es testigo involuntario de la violencia sin razón.
Nos espantamos por el tema de Zacatecas, donde en pleno Centro y a la vista de todos fueron ejecutadas tres personas; ahora fue Chihuahua donde se cometió el triple crimen, porque además de asesinar a los dos sacerdotes de igual manera mataron a un guía de turistas, pero en Aguascalientes también han ocurrido hechos de extrema violencia, y lo comentábamos anteriormente, tenemos flaca memoria o de plano ya normalizamos este tipo de situaciones.
Recordemos que ocurrió un crimen en un restaurante que estaba a tope, una balacera en el estacionamiento de un centro comercial, una ejecución de un padre de familia afuera de la escuela de su hijo y hasta un secuestro frente a un colegio. Y nos acordamos de estos casos porque en su momento fueron muy comentados y la sociedad se espantó, pero después, el silencio, pues estos temas es mejor dejarlos atrás, pero no enterrados.
Ahora quién sabe qué vaya a pasar, pues aunque anunciaron que fue detenido el autor material, este crimen despertó la ira nacional porque, ahora se sabe, los dos sacerdotes jesuitas fueron masacrados a balazos cuando intentaron ayudar a un hombre que se introdujo a su templo en busca de protección, pues lo perseguían los criminales.
Suponemos, porque así ha pasado ya en muchas ocasiones, que esta barbarie sacudirá la conciencia nacional, muchas voces se escucharán indignadas, incluso el responsable de la conducción de este país ya se pronunció, pero ¿sabe qué va a ocurrir? Nada, para vergüenza y miedo de todos los mexicanos, porque se siguen dando abrazos, no balazos.