Hoy más que nunca ser periodista es de alto riesgo, y si no lo cree, échele un vistazo a nuestra primera plana de hoy.
12 asesinatos en lo que va del año es una cifra escalofriante, sobre todo si estos crímenes son cometidos contra estos profesionistas por el solo hecho de ejercer su profesión.
Aunque este tipo de delitos de alto impacto en este país no es nuevo, no deja de asombrar que a estas alturas, donde la información lo es todo, y literal no hay nada oculto bajo el sol, que todavía haya quien se atreva a asesinar a esos periodistas y nadie vea o sepa algo, pues la mayoría de estos crímenes no son resueltos.
Esta profesión, la de ser periodista, es un privilegio, pues estos profesionistas son los puentes comunicantes entre lo que sucede y la sociedad, son los mensajeros de buenas y malas noticias y tienen la capacidad de transmitir la realidad de lo que acontece globalmente, lo que los coloca en un lugar primordial pero también de alto riesgo, pues hasta Gobiernos han caído por información revelada en su momento, recuérdese el escándalo del Watergate, que concluyó con la dimisión del entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon, pues el escabroso asunto fue destapado por uno de los mejores periodistas de esa época, Bob Woodward.
Regresando a territorio nacional, estos asesinatos no han hecho mella en quien debería dar las respuestas, pues una de sus aficiones mañaneras es confrontar y hasta atacar a periodistas que no comulgan con sus acciones.
El gremio periodístico seguro se unirá para reclamar respuestas pero también para exigir seguridad, esa que a todas luces falta prácticamente en todo el país.
Justo es que a los profesionales de la comunicación se les den garantías para poder seguir haciendo su trabajo, que es informar.
Ya basta de que los comunicadores tengan que vivir con miedo por lo que revelan, que sean en muchos casos acosados, amedrentados, perseguidos, encarcelados, pero sobre todo, asesinados.
A pesar de todas las vicisitudes, ser periodista se lleva en la sangre y nada ni nadie hará cambiar de opinión a los profesionistas que merecen vivir en paz y sin miedo, que a pesar de las circunstancias seguirán haciendo lo que les apasiona, que es informar.
La sociedad ha evolucionado y necesita y exige conocer todo lo que ocurre, pero no a costa de la vida de los profesionales cuyo único delito es perseguir la verdad y desnudar las tantas irregularidades que tienen a este país como está: continuamente bañado en sangre.