Algo se le debe reconocer al presidente Andrés Manuel López Obrador: su obstinación para manejar casi todos los temas de la agenda nacional e hizo lo que sus antecesores no se atrevieron: dar el primer paso para eliminar el Horario de Verano.
AMLO ayer mismo firmó la iniciativa de la nueva Ley de Husos Horarios en los Estados Unidos Mexicanos que anunció que enviaría al Congreso ayer mismo, y esgrimió, como mayor referencia, que el mentado horario tiene 71% de rechazo y 29% de aceptación, y por supuesto que le creemos.
El Horario de Verano, que inicia el primer domingo de abril y termina el último domingo de octubre, no es otra cosa más que adelantar una hora el reloj, porque se supone que con esta medida se ahorra energía eléctrica a través de un mejor uso de la luz natural, y lo creemos, a medias, porque si bien el día se hace más largo y en la noche se aprovecha la luz natural, no sucede en las mañanas porque se tienen que encender todos los focos esperando que salga la luz del sol, entonces pues beneficios no son muchos para la población.
Este martirio, como lo ve la mayoría de la sociedad, entró en vigor el siglo pasado, específicamente en 1996 durante el Gobierno de Ernesto Zedillo, y desde su entrada, hasta el día de hoy, no faltan las críticas porque es antinatural esta medida, pues el cuerpo lo resiente hasta que se acostumbra y hay estudios científicos que lo demuestran.
Suponemos que llegar a la cancelación no será un proceso fácil, pues hay 33 municipios fronterizos de Sonora y Quintana Roo que ya están exentos de la medida, pues suelen aplicarla unas semanas antes que el resto del país porque están sincronizados con el cambio de horario de Estados Unidos.
Biológicamente, ya lo comentábamos, es un desajuste, pues se quita una hora de sueño y por supuesto que se desequilibra el reloj biológico de las personas, dando lugar a consecuencias en la salud que se relacionan con trastornos como somnolencia, dificultad en la atención, la concentración y la memoria, por mencionar los más comunes, pero también afecta a nivel emocional, dicen los enterados, ya que puede haber irritabilidad, ansiedad y hasta depresión.
Ya lo comentaba ayer el secretario de Salud federal, quien dijo que se debe eliminar el Horario de Verano para hacerlo coincidir con el reloj social, el reloj de Dios y, fue a más, porque reconoció que la elección de esta medida fue política y por lo tanto, si se quiere, se puede cambiar, algo que ocurrirá, ya lo verá.
Ahora vendrán las voces en contra y a favor, pero la ventaja que tiene el Presidente es que donde pone el ojo pone la bala, metafóricamente hablando, por supuesto, pero si no lo consigue por los canales comunes podría dar un decretazo, como lo acostumbra, aunque en esta ocasión sí tendrá la aceptación de la sociedad porque será en su beneficio.