Mayúscula sorpresa se llevó don Poseidón. Al llegar a su casa aquella noche vio a su hija Glafira celebrando el H. Ayuntamiento con su novio en el sillón grande de la sala. La ocupada chica advirtió la presencia de su progenitor, y antes de que éste pudiera expresar su opinión sobre tal hecho le dijo: “Acuérdate, papá. Tú lo único que me prohibiste fue que me dejara besar por él”. Conocemos muy bien a Babalucas. Es el hombre más tonto del poblado. En cierta ocasión puso una florería, y cerró el 10 de mayo porque era el Día de las Madres. Pues bien: anoche, en una cena, la anfitriona contó que su marido estaba escribiendo una novela, y llevaba ya seis meses dedicando a tal tarea ocho horas diarias. Babalucas se inclinó sobre su vecino de asiento y le dijo al oído. “Pos de pendejo se pasa. Por 100 pesos podría comprarse una muy buena en cualquier librería”. La esposa de don Languidio le comentó con tono entre de admiración y envidia: “¡Qué afortunada es la vecina del 14! Tiene sistema de energía solar, automóvil eléctrico y marido ¡y las tres cosas le funcionan!”. Los dirigentes nacionales que ha tenido el PRI se dividen en buenos, regulares, malos, peores, pésimos y Alejandro Moreno. El tal Alito ha llevado al partido tricolor al último extremo de su desprestigio, de ahí los paupérrimos resultados que en materia electoral ha obtenido últimamente el que otrora fue poderoso partidazo. En el 2023 el PRI afrontará dos importantes desafíos: la elección de gobernador en el Estado de México y en Coahuila. Ambas entidades han sido bastiones inexpugnables del priísmo. El mayor problema que los priístas afrontarán en esas elecciones será precisamente la muy mala imagen de su dirigente nacional. Por eso no puede llegar el PRI a dichos procesos electorales con la actual dirigencia. Sus militantes deben cambiarla por completo, de raíz, para mostrar el próximo año un rostro nuevo. Si no lo hacen, quienes se presenten por el PRI, o por cualquier coalición en que participe el PRI, como aspirantes a gobernar aquellos estados lo harán con grilletes en las manos y los pies y cargando un muy pesado lastre. El tal Alito les cortará las alas, si me es permitido ese deplorable juego de palabras. Deplorable, pero cierto. Don Algón, ejecutivo de empresa, vio la solicitud de empleo que llevó un hombre joven e hizo la siguiente observación: “Este solicitante o es muy ignorante o es muy sabio. En el renglón correspondiente a estado civil puso: ‘Cazado’”. Pasaba ya la medianoche cuando en un pueblito del sur de Texas unos urgidos novios despertaron al juez de paz y le pidieron que les extendiera una licencia de matrimonio, pues ardían en deseos -eso no se le dijeron- de consumar su amor. El adormilado señor les dijo las palabras de rigor y luego, entre bostezos, procedió a entregarles la licencia. Los enamorados le preguntaron si había cerca un motelito, y el juez les dijo cómo llegar a uno que no se hallaba lejos. Ya estaban en él los enamorados cuando oyeron fuertes golpes en la puerta de la habitación. Era el juez de paz, que les dijo con apurada voz: “¡Suspendan todo! ¡Por equivocación les di una licencia de pesca en vez de una de matrimonio!”. Respirando con agitación contestó el novio: “Tendrá que disculparnos, señor juez. Ya estamos bien pescados”. Aquella casa de mala nota era de extraordinaria calidad. Para los noctámbulos era difícil pasar por ella y no entrar. Una noche estalló un incendio en el local. El jefe de bomberos le preguntó a uno de los clientes: “¿Cuál fue la causa del siniestro?”. “No lo sé -respondió el individuo-. Yo entré cuando ya había comenzado”. FIN.
MIRADOR
Mirabas con atención el paso de las nubes, Terry, mientras ellas miraban con displicencia nuestro paso.
Nos parecemos a las nubes, perro mío. Ahora estamos y nos vamos luego; somos, y al rato ya no somos.
Perdóname. Esos pensamientos son de filósofo que nunca tuvo un perro. Tú ya no estás aquí, y sin embargo sigues con nosotros. A mí señora, a mí y a nuestros hijos nos parece oír todavía tus leves pasos por la casa, tus vehementes ladridos cuando creías que algo nos amenazaba, tus gañidos si en el sueño un mal sueño te afligía.
Las nubes pasan, Terry, y no queda ninguna huella de su paso. Nosotros dejamos esas huellas que luego se convierten en recuerdos. Los que dejaste tú son todos buenos. Debí seguir siempre tu ejemplo de bondad. Pero qué quieres, Terry: no soy perro; soy solamente hombre.
A veces pienso que debí ser nube.
¡Hasta mañana!
MANGANITAS
“…La cigüeña europea
está en vías de extinción…”
Se han estudiado mil casos
de la tal ave picuda
y ya no hay ninguna duda:
la acaban a pildorazos.