Saltillo, ciudad bendecida y bendecidora, cumple hoy 445 años de edad. La fundaron hombres de la Europa. Venían del desierto y se toparon con un hermoso valle rodeado de montañas cuyo azul se confundía con el del cielo. Había en ese oasis, entre otros muchos manantiales, un salto de agua pequeñito. De ahí el nombre: Saltillo. Etimología de a dos por 5, es cierto, pero no hay otra más cierta ni mejor. Aquí plantaron su estandarte aquellos audaces aventureros, y aquí se quedaron ya a vivir: el que a Saltillo llega en Saltillo se queda. Eso sucedió el 25 de julio de 1577, día del Apóstol Santiago y año del Señor. Después, en 1591, llegaron nuestros segundos padres fundadores: los tlaxcaltecas. Ellos nos trajeron los ricos dones que son ahora símbolo de la ciudad: el sarape saltillero, al cual el arco iris viene a visitar de tiempo en tiempo para no olvidarse de lo que son colores; el perón y el membrillo, frutos emblemáticos que las manos y la sabiduría de nuestras mujeres convierten en dulcísima gala de cocina; el inefable pan de pulque; las antiguas danzas de los matachines (“Danza, danzante, con el corazón, / que cada paso tuyo es oración”). Saltillo, entonces, igual que la Suave Patria que cantó el poeta, tiene mirada de mestiza. Yo le he dicho mi amor en mil distintas formas, todas ellas hiperbólicas, lo reconozco. Pero amor que no es hiperbólico no es cabal amor. Narré, por ejemplo, la historia de los que estaban en el Cielo amarrados con fuertes cuerdas a los muros. Alguien le preguntó a San Pedro por qué estaban así atados. Explicó el portero celestial: “Es que ésos son de Saltillo, y si los soltamos se nos devuelven para allá”. Saludo este día, pues, a mis paisanos. Felicito al Presidente Municipal de la ciudad, el ingeniero José María Fraustro Siller. Desde hace muchos años he tenido el privilegio de su amistad. Lo respeto como excelente alcalde que es; lo aprecio como amigo generoso y comprensivo; lo reconozco como eficiente funcionario que ha hecho mucho bien a Saltillo y a Coahuila, de cuya Universidad fue gran Rector. Y a mi ciudad le doy un gran abrazo con los brazos del corazón y el alma. Aquí nacieron mis padres, mis hijos y mis nietos; aquí vio la luz primera María de la Luz, mi luz; aquí vine yo al mundo, y espero descansar aquí cuando llegue al final de este camino, principio de otro que no conozco pero sé que existe. Que viva Saltillo. Y a los saltillenses les pido que cuidemos a nuestra ciudad. Ella ha cuidado siempre de nosotros. Con motivo de haberse celebrado el Día del Perro conté ayer chistes de perros. Uno se me quedó en el tintero. En mesa cordialísima de amigos lo relató Jacobo, extraordinario narrador de cuentos, a más de otros que no retuve ya porque las buenas viandas y el buen vino me turbaron la razón y la expresión. Pero con éste basta. Sucede que cierto señor llegó a un rancho en su camioneta, flamantísima, de lujo. Un perro se acercó a ella y se meó en una de las llantas. Luego pasó a otra y la meó en la misma forma ante la mirada de enojo del dueño del vehículo. Lo mismo hizo el fementido can con las otras dos llantas: igualmente las meó. Le dijo el señor con rencoroso acento: “Perro meón hijo de la chingada. ¿No quieres que te baje también la de refacción?”. (Increíblemente la Real Academia de la Lengua Española mantuvo durante muchos años en su diccionario una definición de la palabra “perro” que más o menos decía así: “Perro: animal de formas, tamaños y pelajes diferentes, pero siempre con las patas delanteras más largas que las traseras, una de las cuales levanta para mear”. Como dice la gente del Potrero cuando algo la asombra: “¡Haiga cosas!”). FIN.
MIRADOR
Las mariposas son pedacitos de viento a los que les salieron alas.
El que daña a una mariposa daña a todo el universo.
La mariposa monarca se encuentra en vías de extinción. Están desapareciendo los bosques mexicanos a los que llega en su maravillosa migración causada por la fuerza incontenible del amor. La ignorancia, la ambición, la estupidez y la maldad del hombre provocan una tala criminal que destruye el hábitat de esa bellísima criatura.
El mundo le reprochará a México la pérdida de tan gran prodigio.
Todos los niveles de gobierno y todos los que amamos la vida, la naturaleza, debemos unirnos para evitar el crimen que inexorablemente está acabando con la mariposa monarca.
Me gustaría decir que ella es eterna, y que cuando nosotros ya no estemos en el mundo ella seguirá en él. Desgraciadamente no es así. La mariposa monarca puede desaparecer del planeta igual que han desaparecido para siempre otras criaturas, víctimas de ese feroz depredador, el hombre.
No destruyamos lo que no nos pertenece, pues es patrimonio de la humanidad. No acabamos con la herencia de nuestros hijos y de los hijos de ellos.
¡Hasta mañana
MANGANITAS
“…Despiden por acoso sexual al entrenador
de un equipo femenino de futbol…”
La nota de que se trata
no debe leerse en vano.
Por andar metiendo mano
metió de plano la pata.