“Vamos a pasar de la fase de austeridad republicana a una fase superior de pobreza franciscana…”
Andrés Manuel López Obrador
El presidente López Obrador en su conferencia matutina del miércoles 27 de julio anunció dos absurdos. Adelantó que presentará una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Austeridad Republicana declarada inconstitucional por un juez federal en febrero de este año, y una nueva fase “superior de pobreza franciscana”.
Con la primera declaración el presidente López pretende ser referente de los salarios públicos; desde su miope óptica, nadie, así nadie, debe ganar más que él, lo que es una desproporción por muchas razones, comenzando por la responsabilidad en la toma de decisiones trascendentes en la vida pública, la aplicación de conocimiento y experiencia personal en el diseño de planes y proyectos, y porque los servidores públicos del Poder Ejecutivo no cuentan con los privilegios que él posee. El Presidente no paga renta ni hipoteca de casa, vive en un palacio que de acuerdo con información recopilada por la revista “Etcétera”, los 5 años y 10 meses de estancia del Presidente tendrá un costo cercano a los 500 millones de pesos. Las docenas de trajes, corbatas, guayaberas y zapatos (ahí no aplica el par de zapatos por él recomendados) que exhibe a diario los paga la Presidencia, además del servicio de telefonía, internet, servidumbre, escoltas, suburban, comidas, etc. Luego entonces su salario va íntegro a su bolsillo.
Por otro lado, pretende violar la independencia consagrada en la Constitución de otros poderes, al exhibirlos y obligarlos a ganar menos salario que él, en su cadalso mediático matutino señalaron a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la gobernadora del Banco de México, el consejero presidente del INE, integrantes del INAE y Cofece y hasta el fiscal carnal de la FGR.
En su mirífico mundo debemos pasar de la comprensión al sacrificio ciudadano en aras de la construcción de la “cuarta transformación”, por lo que implementará nuevas medidas de austeridad (para nosotros, no para él), pasando de la “fase de austeridad republicana a una fase superior de pobreza franciscana…”.
Al anuncio presidencial le viene la pregunta, ¿para quién es la austeridad y la pobreza? Porque la austeridad para sus obras inútiles no existe, sólo existe la pobreza de la población, pobreza que en esta administración cuatrotera creció hasta conformar un famélico ejército de 45 millones de personas que ante la severa inflación, desempleo y ausencia de crecimiento económico, sólo tendrán como opción para comer, estirar la mano para tomar las migajas presidenciales bautizadas como apoyos sociales.
La “pobreza franciscana” contrasta con el derroche y dispendio en las paquidermas obras “emblema” del Presidente, fuente de enorme corrupción que no quiere reconocer, menos frenarla: el aeropuerto “internacional” Felipe Ángeles, conocido como la central avionera, que opera casi sin vuelos, tuvo un costo de 12 mil 257 millones de pesos y pierde dinero en su operación, se le pone 75 veces lo que por mes ingresa por su operación.
En la construcción del polémico Tren Maya, violando la ley, descalificando ambientalistas, destruyendo la riqueza arqueológica y ambiental que ocasionarán los mil 500 kilómetros de vías, se tendrá un incremento en su costo final (sic), por lo que se estima gastará entre 15 mil y 20 mil millones de dólares, cifra expresada por el propio Presidente en su conferencia matutina, sin tomar en cuenta que no tendrá retorno la inversión, pues no es viable desde la opinión de expertos turísticos.
La recién “inaugurada” (sin terminar) refinería de Dos Bocas en Tabasco es otro elefante blanco que excedió su costo y sigue engullendo millones de dólares, también reconocido por el Presidente al justificar que debido a impuestos y obras adicionales, “se registró un aumento en el precio de la construcción”, admitiendo que al momento tiene un costo de 230 mil millones de pesos, equivalente a 8 años de presupuesto anual del Gobierno del estado de Aguascalientes. El destino de la refinería será un fracaso económico para el Gobierno mexicano, las empresas petroleras que refinan petróleo en otros países están reconvirtiendo su modelo de negocio a biocombustibles y descarbonización.
La magnitud del derroche en tres obras improductivas del Gobierno es descomunal, ese recurso económico es equivalente al gasto de cuatro sexenios del Gobierno de Aguascalientes.
La demanda de pobreza franciscana será sólo espejo para el pueblo, porque seguirá la abundancia en su familia, como lo muestra el abultado abdomen del Presidente, del hijo mayor y del hijo menor, la pobreza franciscana ya se vive, no requiere demandarla, no hay medicinas, no hay quimios, los hospitales carecen de mantenimiento insumos y equipos, no hay guarderías, y si hubiera ahorros como pregona, no andaría mendigando a los ricos que tanto odia, comprarle cachitos de boletos de lotería para sacar al país adelante.
¡La pobreza franciscana es para el pueblo, no para el dictador!
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