Para abatir la pobreza y la falta de oportunidades de desarrollo, Monseñor Juan Espinoza Jiménez pidió ayer luchar contra la corrupción, las injusticias y las desigualdades, no siendo indiferentes sino apoyando a quienes sufren, a los migrantes y a las personas y familias que tienen hambre y carecen de oportunidades para tener una mejor vida.
Para revertir los rezagos sociales, la marginación y la indiferencia de la que son objeto los migrantes extranjeros que pasan por la Entidad, los paisanos o las personas que salen de Aguascalientes para tratar de cruzar al vecino país del norte obligados por la corrupción y por la falta de oportunidades de trabajo, el Obispo de la Diócesis dejó en claro que los cristianos deben tener presente y tomar en cuenta que “la vida eterna se gana con buenas obras”.
En ese sentido y tras exhortar a los fieles a vivir en la honradez y rectitud en sus actos, así como a ser pacíficos y a compartir lo mucho o poco que se tenga con la gente más necesitada, el pastor diocesano dijo que lamentablemente se han profundizado las diferencias sociales, puesto que “hoy sigue habiendo injusticias, hoy hay desigualdades y hoy hay mucha corrupción”.
Sostuvo que hay mucha gente que es indiferente ante las personas que sufren, que tienen necesidad, precisando al mismo tiempo que en la calle muchas veces le sacamos la vuelta a los que nos piden ayuda.
“La ciudad se ha llenado también de migrantes. En muchos semáforos vemos o gente que viene del sur o de otros países o gente que viene de Haití, morenitos y nos dan miedo y sacamos la vuelta y no tenemos ni siquiera un gesto por lo menos de verlos.
Si no quieres darles nada no les des nada; una mirada, una palabra les dice más que si se le diera un pedazo de pan o un dinero, porque ellos son alguien y el rico (del que se habló en la misa dominical) lo ignoró, no es que haya infringido un mandamiento, no es que no sabía la ley, ignoró a ese pobre y a veces nosotros también ignoramos y no solamente a los de la calle, también en la familia”, señaló.
Precisó que esto ocurre también en las familias, pues sucede que en la familia a veces se sabe que alguien sufre, pero como hay divisiones, hay odios, hay malentendidos, aunque se sepa que el padre, la madre o alguno de los hermanos está sufriendo, no se acude a visitarlo ni se le pregunta qué es lo que tiene y menos se le ayuda.
Frente a esta indiferencia, el Obispo advirtió que los bienes que la persona se va a llevar al cielo una vez que muera, son sus buenas obras, su amor y su generosidad al compartir con los otros lo poquito o lo mucho que se tiene, por lo que “es muy importante tomar en cuenta que la vida eterna se gana no en el cielo, sino aquí y con las obras buenas que se realicen en beneficio de los pobres, los migrantes y la familia”.
En su exhortación dominical, el titular de la Diócesis de Aguascalientes pugnó por la conversión del corazón, atendiendo un cambio del egoísmo a la generosidad, de la indiferencia al reconocimiento y pasar del pensar en nosotros mismos a pensar en los demás, sobre todo en los que menos tienen.