CIUDAD DE MÉXICO, octubre 10 (EL UNIVERSAL).- Guillermo del Toro dice que hay dos historias que definen su infancia: «Pinocho» y «Frankenstein».
Y si alguien es lo suficientemente avispado en ello, comenta, podrá descubrir la relación que sostuvo con su padre, fallecido hace cinco años.
«(Ambos relatos) Es esta idea de ser arrojado a un mundo que apenas entiendes y al que tratas de darle sentido a medida que creces. Definitivamente son historias que tratan ese vínculo y esa sombra», comenta el tapatío.
Y continúa durante una conferencia virtual con prensa internacional, reunida para hablar precisamente sobre su cinta Pinocchio, con el muñeco de madera que cobra vida, que está a dos meses de ser estrenada por Netflix, con previo lanzamiento en cines seleccionados.
«Pinocho es uno de ese puñado de tal vez 10 personajes en la historia de narrativas humanas, que son capaces de ser universales y adaptables a cualquier cosa. Está Frankenstein, Pinocho, Tarzán y Sherlock Holmes de quienes aunque no haya leído su historia, la conoces o crees conocerla. Por lo tanto, puedes usarlos como metáforas para la ciencia, las emociones humanas y muchas cosas.
«Hace 15 años, cuando empezamos el proceso, pensé que podría ser una gran herramienta para hablar de lo precioso y frágiles que somos como humanos, y cuánto nos necesitamos unos a otros», subraya.
El ganador del Oscar por «La forma del agua», está feliz con el resultado que está a punto de verse.
La tarea de dirección la compartió con Mark Gustafson («The PJs2) con quien dio un acabado oscuro a la historia original de Carlo Collodi, ubicándolo en la época del dictador italiano Benito Mussolini, aliado alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
«La historia de nuestro Pinocho es sobre la desobediencia, un factor primordial para convertirse en humano y de cómo convertirse en humano no significa cambiar uno mismo o los demás, sino que entre la comprensión. Y para mi, el primer paso hacia la conciencia y el alma, es la desobediencia», considera.
«Normalmente Pinocho aprende a obedecer y aprende a ser un buen chico, luego se convierte en carne y sangre. Lo que yo quería era que todos aprendieran de él. El grillo (por ejemplo) es pesado y extraño, pero aprende humildad y fragilidad.
Geppetto aprende a amarlo por como es», indica en algún momento.
Para Guillermo del Toro, la animación es una mina en la que pueden darse grandes historias porque es arte, no sólo un género o para niños exclusivamente: «Puede abordar temas serios, profundos, conmovedores», subraya
Para el doblaje en español aún no se revelan las voces que la integrarán. Para la versión en inglés se tiene a Ewan McGregor como Sebastian el Grillo; Gregory Mann como Pinocho; Christoph Waltz como el antagónico Volpe y David Bradley es Gepetto.
Una parte de la cinta fue hecha por animadores mexicanos, en el recién creado Taller de Chucho, ubicado en la Perla Tapatía.