CIUDAD DE MÉXICO, octubre 25 (EL UNIVERSAL).- Conocida como el impuesto de los pobres por dañar más a quienes menos tienen, la inflación alcanzó en México un mayor nivel que en Brasil por tercera quincena consecutiva.
La nación sudamericana posee la mayor economía de América Latina y es el principal rival de México para atraer inversiones en la región, donde la inflación y las tasas de interés son clave para la toma de decisiones.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística dio a conocer esta mañana que la inflación llegó a 6.85% en la primera quincena de octubre, luego de venir viajando a una tasa de 12.47% en abril pasado.
Por su parte, el Inegi reportó ayer que los precios de los bienes y servicios en México subieron 8.53% en el mismo periodo, después de alcanzar un pico de 8.77% en agosto.
México tiene una mayor inflación desde la primera quincena de septiembre, debido a que el banco central de Brasil subió su principal tasa de interés de 2% a 13.75% a partir de marzo del año pasado.
En cambio, el Banco de México (Banxico) elevó su tasa de 4% a 9.25% en el mismo periodo.
Para Alfredo Coutiño, director para América Latina en Moody’s Analytics, la menor inflación en Brasil responde a que su banco central fue de los primeros en subir su tasa y, además, lo hizo de manera acelerada. En tanto, Banxico fue de las instituciones autónomas que más tardó en reaccionar.
«La diferencia está en que el Copom (Comité de Política Monetaria) de Brasil tiene claro cuál es el mandato prioritario (la inflación) y, por tanto, sus miembros se apegan a cumplir ese compromiso. Me parece que en México, los integrantes (de la Junta de Gobierno de Banxico) tienen una concepción bastante dispersa, cuando el objetivo es único y no dual», opinó.
Hace un mes, Marco Oviedo, execonomista en jefe para América Latina en Barclay´s, señaló que en Brasil se tenía claro que el choque inflacionario iba a ser masivo, lo que ameritaba una respuesta histórica y «no les tembló la mano».
El artículo 28 de la Constitución establece que Banxico tiene como objetivo prioritario «procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional», es decir, la estabilidad de precios o una inflación baja, cuya meta se encuentra en 3%.
«La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario«, fue una frase acuñada por el Premio Nobel de Economía de 1976, Milton Friedman.