CIUDAD DE MÉXICO, mayo 19 (EL UNIVERSAL).- Desde muy temprano, y con el sol dando de lleno a la fachada amarilla del Teatro Metropólitan, ya lucía el nombre de la banda que se presentaría horas más tarde, los Pixies, otra vez en la Ciudad de México.
Incluso el grupo en sus redes sociales, presumió el anuncio que había colocado el staff del teatro, y que brillaba en letras doradas sobre la Avenida Independencia.
En punto de las 7:15, como es costumbre en este recinto, el público comenzó a poblar las banquetas, los bares, pubs, y cafeterías aledañas al inmueble, para entrar a escuchar a los originarios de Boston, con unas cervezas encima, o relajados después de un café.
La vendimia también se hizo presente, playeras, sudaderas, bolsos, gorras, todo con la tipografía de los Pixies, en letras rojas y fondo negro para que no cupiera duda del fanatismo a los norteamericanos.
A 33 años de su fundación han llenado el Zócalo Capitalino y escenarios en festivales como el Vive Latino 2022 pero ahora era momento de un concierto intimista, sobrio, cuidado, y planeado para el disfrute del público.
A las 8:15 de la noche las pruebas de sonido al interior provocaron que algunos corrieran a sus asientos, pero después de una que otra nota, el Metropólitan quedó nuevamente en silencio.
Finalmente, en punto de las 9 de la noche, los Pixies salieron al escenario, acompañados de un potente bombo, a cargo de David Lovering, quien contrario a las leyendas de duendes, tuvo sentido de la moda portando una boina en color gris, y lentes que siempre lo acompañan.
Tan pronto aparecieron comenzaron a tocar, y con la voz de Kim Deal y Black Francis, bastó para que en un par de estrofas el público estuviera completamente entregado.
No han perdido la esencia, y pese a las nuevas producciones, que han tenido buen recibimiento, lo que la gente más respaldó fueron sus grandes clásicos.
«Where is my mind», que guió al disfrute al público con esa guitarra melancólica, o «Hey», que puso a bailar con mucho sentido del ritmo al público con el bajo, que gracias a la acústica del teatro resultó envolvente.
Pero no todo fue color azul, en notas tristes que remiten a tardes lluviosas, con «Here comes your man», el público entró también en júbilo, brincando y riendo; pero esos momentos de baile, continuaron siendo contrastados por la guitarra ruidosa y agresiva de canciones como «Rock Music», que por momentos parecía que destrozaría el amplificador.
Sin dedicatoria alguna, ni palabras dirigidas a su público, fiel a su estilo, los Pixies cumplieron con un concierto más en México, que pese a su separación en 2005, sigue aglutinando a sus fans.