Renata y Emilio descubrieron mis dibujos en un cuaderno, me pidieron puntillas de colores y los iluminaron. Pasaron alrededor de dos horas coloreando los trazos que hago mientras escucho música o finjo que veo televisión. Ahora tendré que llenar una libreta de figuras para que ellos las coloreen cuando me visiten.
Hace apenas un par de meses vi a mis dos pequeños sobrinos colorear unas revistas. Ambos estaban sentados en una mesa con Mamá Chayilli, su abuelita materna, usando plumones para dar color a las figuras.
Semanas después la señora falleció repentinamente. Recordé que la última vez que la saludé fue aquella tarde de viernes cuando ella disfrutaba de la vida, viendo felices y creativos a sus pequeños nietos.
Renata y Emilio no fueron al funeral de su abuelita materna. Se quedaron en casa bajo el cuidado de su querida tía Juanita. Son muy pequeños para estar en esas despedidas.
Hace tres semanas la tía Juanita enfermó y sigue hospitalizada. Los médicos esperan que ocurra un milagro que le devuelva la salud y la despierte del profundo coma en el que se encuentra, pero han advertido que de sobrevivir quedará con muerte cerebral, por eso le dijeron a la familia que fueran a despedirse de ella.
A veces llueve sobre mojado. De un instante a otro el viento se vuelve en contra y puede derribar a los árboles que no cuentan con raíces fuertes, esos vientos hacen naufragar o hunden a los barcos con timón débil.
Mi sobrino Santiago recuerda mejor a su Mamá Chayilli y a su tía Juanita, él está más grande, a punto de entrar a la secundaria. Pero Renata y Emilio son más pequeños y sus recuerdos son menos, pero esas imágenes ocupan más espacio en sus fértiles memorias.
Ahora cada que haga dibujos en mi cuaderno los haré pensando que posteriormente podrían serán iluminados por mis pequeños sobrinos.
¿Cómo lo haces? Preguntó Renata al ver el dibujo de un pequeño dragón con alas muy chiquitas, casi como aletas de un delfín.
De haber sabido que ella iluminaría ese dragón, habría agregado fuego saliendo de su hocico y alas mucho más grandes y extendidas, así como a una mujer sobre su lomo. Ese dibujo lo hice mientras escuchaba la serie Juego de Tronos.
Emilio, niño de pocas palabras, algo intentó decirme de su Mamá Chayilli, sin duda alguna recordó que ella los ponía a colorear revistas. Le brilló la carita chorreada cuando me habló de ella. La verdad es que solamente entendí que se refería a su abuelita materna y pude percibir su gran emoción.
A veces, mientras trato de hallar soluciones, hago laberintos cuadrados y a veces los hago circulares. La mayoría de las veces no encuentro las respuestas de las preguntas, y los caminos de tinta sin salida se quedan manchando el papel.
También hago sopas de letras y escondo palabras.
Hace algunos años visite una zona arqueológica en el Rancho Puerto Blanco en Caborca, Sonora. En ese lugar existen alrededor de seis mil petroglifos y es considerada la zona más grande de su tipo en América Latina.
Hay dibujos en piedra muy hermosos. Fueron tallados hace por lo menos 600 años. Hay figuras de animales, de cazadores, de tortugas y borregos. Han pasado siglos y los trazos siguen ahí, cincelados en las piedras. Es un museo o galería al aire libre.
Esos dibujos fueron hechos con cinceles, otros con piedra rayando sobre piedra. Actualmente hacer figuras no es tan complicado, pero nuestros trazos se pierden en la fragilidad del papel o del material donde los plasmamos.
Les platicaré a mis sobrinos de esas viejas piedras. Les diré que fueron talladas por Tronco y Trueno, dos niños que vivieron hace muchos años y que dibujaron con mucha calma los animales que cuidaban y los que cazaban, así como a las personas de su familia y amigos de la aldea.
Obviamente Tronco y Trueno son personajes ficticios creados para mis sobrinos, para que sientan algo de identificación con ellos y se interesen en la historia que les narraré.
Tronco es niño y Trueno es niña. Tronco es fuerte y lleno de vida, mientras que Trueno es ruidosa y brillante. Tronco es Emilio y Trueno es Renata.