CIUDAD DE MÉXICO, agosto 23 (EL UNIVERSAL).-
La muerte de Yevgueni Prigozhin, líder del temido Grupo Wagner, se suma a la de incontables enemigos o aliados convertidos en críticos del presidente Vladimir Putin que pierden la vida en circunstancias sospechosas.
Prigozhin viajaba en un avión privado Embraer que se desplomó este miércoles en el centro de Rusia. Las 10 personas que viajaban en el aparato perdieron la vida, incluyendo la mano derecha de Prigozhin y número dos de Wagner, Dmitri Utkin, antiguo oficial de la inteligencia militar rusa (GRU). Tres de las víctimas eran tripulantes.
Grey Zone, el canal de Telegram del Grupo Wagner, confirmó la muerte de Prigozhin y acusó un asesinato. «Prigozhin murió como resultado de las acciones de los traidores a Rusia», señaló, y advirtió que «habrá consecuencias».
No es la primera vez que el régimen de Putin es responsabilizado por «accidentes» ocurridos a sus opositores o aliados devenidos en críticos. Muchos de ellos han terminado muertos por envenenamiento, al grado de que es conocida la broma de que «en Rusia, el envenenamiento es causa de muerte natural».
El principal opositor al régimen de Putin sobrevivió a dos supuestos intentos de envenenamiento que lo enviaron al hospital. En agosto de 2020, fue trasladado a una clínica en Alemania, donde se determinó que Navalny fue envenenado con el agente nervioso Novichok, señalado en ataques similares por los que ha sido señalado el gobierno ruso. En 2017 había sufrido otro envenenamiento. Actualmente se encuentra en prisión, tras haber regresado a Rusia.
Otro de los casos más conocidos es el del exoficial del servicio de inteligencia nacional de la Federación rusa, Litvinenko fue envenenado con polonio 210, un elemento altamente radiactivo, mientras se encontraba en Londres, en noviembre de 2006. Se cree que ingirió el veneno en un té que tomó.
Litvinenko, igual que otros oficiales de la KGB, habían acusado a sus superiores de haberles ordenado asesinar al magnate ruso Boris Berezovski. Arrestado y liberado, huyó con su familia a Londres, donde se le asiló, hasta que perdió la vida por el polonio.
En marzo de 2018, el doble agente ruso-británico Sergei Skripal fue encontrado junto con su hija, Julia, inconscientes en un parque en Londres. Las autoridades determinaron que ambos fueron envenenados con Novichok y culparon al gobierno ruso del ataque. Putin, que tachó a Skripal de «traidor a la patria», calificó la acusación de «tonterías». Tanto Sergei como su hija sobrevivieron al envenenamiento, que en cambio se cobró la vida de una mujer que habría tenido contacto con el veneno, que al parecer fue colocado en una botella de perfume.
La reportera ruso-estadounidense se ganó la enemistad del gobierno ruso al denunciar los crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso en Chechenia. Tras un envenenamiento fallido, fue asesinada a balazos en el ascensor de su edificio, el 7 de octubre de 2007.
En 2013, el oligarca ruso, que fuera amigo cercano de Putin, fue hallado ahorcado en su baño. La conclusión fue que se suicidó, y se apuntó a la depresión que sufría y a que estaba endeudado. Dado que no había rastros de violencia, el forense determinó suicidio.
Sin embargo, un experto en asfixia analizó las fotos del cuerpo, a petición de la familia, y advirtió que los rastros en su cuello no coincidían con las marcas que deja una cuerda en una persona que se cuelga y que, en cambio, coincidían con las de alguien que había sido estrangulado. Una costilla rota y un corte en la parte trasera de la cabeza pusieron más dudas sobre la causa oficial de muerte.
Otros opositores de Putin perdieron la vida tras supuestas caídas accidentales desde pisos elevados. Es el caso de Scot Young, socio de Berezovsky que cayó de un cuarto piso, en el departamento donde vivía en Londres, y terminó atravesado por la reja de entrada.
Pavel Antov, diputado de la Duma Estatal, y conocido por sus negocios en el rubro de las salchichas, murió al caer de la ventana de un hotel en la ciudad de Rayagada, en India, donde se encontraba de viaje para celebrar su cumpleaños.
Su cuerpo fue encontrado en un charco de sangre. La muerte levantó sospechas porque se produjo tras las críticas que realizó a la invasión de Rusia en Ucrania.
Más extraña resultó aún la muerte de presidente de la firma energética Lukoil, Ravil Magnanov, quien cayó, en septiembre de 2022, desde la ventana de un sexto piso en el hospital donde fue ingresado tras sufrir un ataque cardíaco.
Las agencias Interfax y TASS reportaron que el magnate tomaba antidepresivos y que las autoridades habían determinado que se trató de «muerte por suicidio». Como Antov, Maganov pidió el fin de la guerra en Ucrania, un llamado que no cayó bien en el Kremlin.
El gobierno de Putin ha rechazado estar detrás de las muertes y califica de mentiras e infamias las acusaciones.