La Feria de los Muertos o Feria del Hueso es una tradición que va muriendo porque cada vez son menos las familias y los puestos que se dedican a fabricar y a vender las tradicionales calaveras de barro y de dulce, típicas de la raigambre hidrocálida que viene desde que se instalaba la feria en las inmediaciones del Templo de San Diego, en el centro de la ciudad y que posteriormente se reubicó en la calle Guadalupe e inmediaciones del Panteón de la Cruz para después colocarse en la calle Arroyo de los Arellano, al lado de las bardas del cementerio.
Los artesanos fabricantes de las calacas de barro manifestaron su enojo y se quejaron a HIDROCÁLIDO porque cada año las autoridades les regatean los espacios y les ganan los comerciantes del tianguis de La Purísima y de otros lugares, a cuyos líderes se da prioridad en los espacios que deberían ser en primer lugar para los que son del giro de calaveras, pues por ejemplo, dijeron que cómo es posible que le den un puesto de más de 4 metros a un vendedor de calzones y uno de dos metros a los que venden calaveras de barro, dulce u otros materiales.
El naranja intenso y amarillo de las diversas variedades de la flor de los muertos, el cempasúchil, colorea el lugar desde que se comienza a caminar para adentrarse en la gigantesca Feria de las Calaveras y al iniciar el recorrido se puede observar que en este que ahora llaman indebidamente el “Tianguis de los Muertos”, hay de “todo como en botica” o como dice otro dicho popular mexicano: “de chile, de dulce y de manteca”, pues en este gran espacio comercial ahora se venden cosméticos, bisutería, ropa y diversos artículos que no tienen nada qué ver con la tradición de las calaveras que aunque están presentes, prácticamente se pierden entre los cientos de puestos de otros productos.
A decir de la maestra jubilada Adela Estrada Lozoya, vendedora y fabricante, se ha perdido mucho la tradición y ya cada vez son menos los talleres artesanales en los que se fabrican calaveras de barro, además de que se ha dejado de producir las calaveras con comales y otras que aunque se cuenta con los moldes, ya no se hacen porque son más detalladas y no se cuenta con mucha mano de obra, además de que hacerlas es laborioso y se trabaja gran parte del año para realizar la producción que se lleva a vender en los días de octubre y noviembre en ese espacio.
Pidió que las autoridades municipales pongan atención en la distribución de lugares, pues cuando se supone que se les debería otorgar más a los artesanos que expenden calaveras, se le da preferencia a otros que no son de este ramo e incluso este año se quedaron sin lugares algunos artesanos de calaveras de Aguascalientes porque se les otorgaron a los tianguistas.
Por ello, pidió que se incluya a los comerciantes y fabricantes locales.
Comentó que esta tradición de elaborar calaveras de barro viene desde su bisabuela, por lo que se puede hablar de al menos cuatro generaciones de artesanos locales de esta familia, que al igual que otras que se dan cita en la Feria del Hueso, tienen décadas de fidelidad a esta tradición y merecen por lo tanto que se les considere y se le dé más proyección a su trabajo, pues de lo contrario, las calaveras seguirán muriendo, pues cada año se fabrican menos y hay menos espacios para los artesanos.
Así también encontramos a los fabricantes de calaveras de talavera, del taller de Rigo Sánchez, quien realiza calaveras de barro, talavera y arcilla, además de otras de papel maché.
Y en este mismo espacio, calaveras de arcilla y de barrio de la familia de Don Daniel Loera, quienes también son distribuidores de calaveras de dulce hechas en Aguascalientes por dulceros especializados en esta modalidad, según dijo su nieto Javier.
Todos estuvieron de acuerdo en que se está perdiendo la tradición de las figuras de barro en diversos materiales, pero como le tienen amor a esta tradición, no cejarán en seguir produciendo las típicas calacas para deleite de chicos y grandes que dentro de todas las tentaciones del tianguis aún las buscan, porque son la esencia de esta Feria del Hueso.