Las agresiones contra los guardias de seguridad privada es una constante que desafortunadamente puede pasar, ya que depende mucho de la educación y empatía de los usuarios finales del servicio, y desafortunadamente de quienes viven en residenciales donde se presenta más impunidad, señaló Carmen Dena Escalera, presidenta de Mujeres Empresarias y especialista en el ramo.
Los elementos pueden estar más expuestos en los cotos porque están una caseta de primer contacto y son el filtro; “hay gente que es muy intolerante, que han llegado incluso hasta a romper las plumas porque quieren salir de inmediato y hay todo un proceso”, manifestó.
Indicó que en los fraccionamientos cuando se cuenta con un guardia en una caseta, él deberá cumplir la función de abrir, registrar y dar la salida; “los visitantes sí son un problema”; también lo son los condóminos que tienen algún saldo pendiente en la administración y ya no se les dan las concesiones normales que a los que van al corriente y a veces esas personas son las que más violentan, por no darles el servicio como se debería.
Otro riesgo al que pueden estar expuestos los guardias es el caso en el que llegue un asaltante, al ser el primer filtro a él será al que amaguen, controlen o neutralicen; por lo que la gran mayoría de los cotos ya cuenta con cámaras de vigilancia al exterior, pero no al interior de las casetas.
Dena Escalera manifestó que también puede suceder con elementos de seguridad privada que trabajan dentro de las empresas, pero esto es en menor medida, porque existe un mayor control y hay sanciones por parte de los empleadores ante situaciones como estas.
Ante dichas situaciones la empresaria señaló que los guardias de seguridad están preparados para repeler agresiones incluso hasta físicas, pero la idea es que no sea responder con más agresión.
Cuando existen situaciones de golpes y violencia, la empresa de seguridad privada tiene que apoyar y asesorar a su elemento para que interponga su denuncia contra el agresor.
La empresas de seguridad privada deben de cuidar las edades del personal que contratan, porque los “chavitos” de 15 a 18 años no tiene el mismo control emocional que una persona ya más adulta, como para enfrascarse en una pelea.