Buenos Aires, 8 dic (EFE).-
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, repasó este viernes aciertos y errores de su gestión (2019-2023), enumerando algunas dificultades por las que atravesó, como la pandemia o la sequía, aunque, dijo, no son «excusas» y, por tanto, no iba a «cargar culpas en otros».
«Lo que faltó hacer, lo que nos impidieron hacer, lo que no debimos hacer o lo que debimos haber hecho de otro modo. Sé que en todo tengo responsabilidad», expresó Fernández en su mensaje para despedirse del cargo que este domingo dejará en manos del libertario Javier Milei, y agregó: «No estoy aquí para cargar culpas en otros».
En un discurso grabado en la Casa Rosada y emitido horas después en cadena nacional, el mandatario resumió durante 33 minutos sus cuatro años de Gobierno, al que dijo llegó «en una situación calamitosa», tras el mandato de Mauricio Macri (2015-2019), que dejó «una deuda que nos comprometía por generaciones», en alusión a la contraída con el FMI por unos 45.000 millones de dólares.
Aunque Fernández mostró su «satisfacción» por las acciones llevadas a cabo por su Administración en salud y obras públicas, en educación y en ciencia, entre otras, expresó su «pesar» por no haber podido «concretar» todo lo que se propuso.
«Guardo conmigo el dolor profundo de no haber llegado a mejorar la vida de quienes aún están en la pobreza», aseveró el mandatario, quien comentó que no elegiría «el lugar cómodo de esperar el juicio de la historia, que suele ser benévola con los expresidentes porque oculta los claroscuros del presente» y sí escucharía «el juicio» de sus contemporáneos.
Fernández aprovechó para dejar un recado al «ajuste» augurado por el próximo presidente argentino, ya que, dijo, no sería «razonable» a partir de la suma de los 35.000 millones de dólares que llegarán por las exportaciones de gas y litio, el ahorro de 5.000 millones de dólares para importar gas licuado por la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner para el yacimiento de Vaca Muerta (sur) y el crecimiento de un 80 % de las exportaciones sumadas de bienes y servicios hasta 2030.
«Con semejante escenario no es razonable pensar en un ajuste que detenga nuestra producción y restrinja el empleo y el consumo que tanto nos ha costado recuperar. Debemos cuidar que, bajo el argumento de querer resolver el problema fiscal, no se vulneren los derechos de los que trabajan ni se frustren las aspiraciones de los que invierten y producen», indicó.