Como parte de la tradición mexicana más arraigada, las piñatas han acompañado las posadas mexicanas desde siglos atrás, cuando los frailes del Convento de San Agustín, en Acolman, Estado de México, hace más de 400 años iniciaron la tradición de hacer piñatas para los naturales de estas tierras, como un auxiliar de la evangelización, al simbolizar en éstas los siete pecados capitales. Se tienen antecedentes de que el legendario viajero Marco Polo, en sus viajes por el mundo, llevó a Europa las piñatas desde China, en donde se diseminaron en varios países y fueron traídas a México después de la Conquista por los frailes, quienes les dieron el significado religioso para transmitir a los pueblos originarios el conocimiento de los pecados capitales mediante el combate a los mismos a través de quebrar la piñata, en la que los siete picos representaban los siete pecados capitales: pereza, gula, envidia, ira, lujuria, avaricia y soberbia. Se podría decir que la estrella de las posadas mexicanas es la típica piñata y en Aguascalientes la tradición de las piñatas viene por lo menos desde el siglo antepasado, en el que su uso se comenzó a generalizar para las celebraciones de las posadas y posteriormente para alegrar las fiestas de los niños y se fabricaban las ollas de barro en las alfarerías de la ciudad, que eran los que suministraban el principal elemento, que ahora ha sido sustituido por cartón o papel, con relleno de dulces, pero que ya no están fabricadas con papel de china, sino con otro tipo de papel y oropeles de colores. Al respecto, las alfarerías ya no son tomadas en cuenta, sino que se usa el cartón para sustituir el barro, yendo en declive la tradición de la olla de barro, según comentaron los propios alfareros. Por ejemplo, Miguel, del tianguis de San Felipe, quien vende y fabrica también, comentó que desde hace varios años ha dejado de hacerlas con olla de barro, pero piensa volver a fabricarlas el año que viene, cuando se reponga de los dos incendios sufridos, uno en su casa y otro en el propio tianguis. Para él, la piñata de barro sale más económica, pues la da a 90 pesos, mientras que la de cartón oscila en los 120 pesos, pero hay otros vendedores del mismo lugar que comentan que no es rentable fabricarlas con olla de barro porque salen más caras y por eso han optado por el cartón y el globo, que les resultan más baratos. Los vendedores del citado tianguis (quienes año con año comercializan piñatas, nacimientos, bolos, dulces y luces, entre otras cosas), comentaron que se están perdiendo mucho las tradiciones de las posadas con rezo, que ahora ya son más bien “gozadas”, pero en este mismo mercado durante los días de posadas se reza y se recorren los puestos con los santos peregrinos y a los niños se les atavía como San José, la Virgen María y los pastores para dar realismo a la típica posada viviente en la que se enseña a los niños esta gran tradición, de acuerdo a lo que nos dijo la organizadora María Eugenia Cruz Lucio. En las posadas antiguas se quebraba la piñata entre cánticos de: “No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero es quebrar la piñata” y “La piñata tiene caca… cacahuates de a montón” y el clásico “Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”, o si no, “Dale, dale, dale, dale no le dio, quítenle la venda, porque sigo yo”. Y justo en cuanto al instrumento para romperla, el palo que se usa, simboliza la fuerza con la que se vence al mal y se combate la falsedad y el engaño y la venda con la que se cubren los ojos, representa la fe ciega en Dios, mientras que los colores brillantes y el oropel significan las vanidades del mundo y las tentaciones del demonio. Las frutas y dulces que se colocan en su interior significan la recompensa por vencer al pecado.