Por Erick Cortés.- “Yo no soy diferente, por mis venas corre la misma sangre que da la vida”, dice una canción del cantautor peruano Gian Marco, que trata de promover un mensaje de unidad aminorando las diferencias que existen entre las naciones y resaltando las semejanzas que nos hacen a todos humanos.
En nuestros tiempos, con un mundo globalizado, moderno y abierto, parecería fácil creer que los prejuicios van quedando en el pasado y que la sociedad va dejando atrás la xenofobia, el racismo y la discriminación. Pero esto sigue siendo difícil de entender para algunos, que escogen tratar a otros de acuerdo al nombre que aparece en su pasaporte.
Este no es el caso de Traore, un artista plástico del oeste de África que ha elegido ser mexicano. “No necesito un papel para sentirme de donde soy. Yo vivo aquí, respiro aquí, entonces yo me siento mexicano sin importar los papeles que tenga. Yo soy de aquí, soy de donde vivo en el presente”, asegura.
A diferencia de las casi 60 millones de personas que, según el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), abandonaron su país de residencia por necesidad, Traore salió de África a causa de su talento. Conoció países europeos y grandes ciudades como Madrid, Berlín y París, pero eligió Aguascalientes, una pequeña ciudad en el centro de México, donde pudo entenderse mejor con la gente, al grado de considerarse un hidrocálido más.
“Viví en Europa casi nueve años, entre Alemania, Suecia y Francia, pero siempre regresaba a España porque ese era el lugar más acogedor para mí, hasta que me tocó vivir aquí por tres meses y me di cuenta de que México tiene mucho en común con nosotros, los africanos. La gente es más cálida y eso me motivó a quedarme”.
Para Traore no ha sido difícil identificarse como mexicano, y a los hidrocálidos que lo han conocido tampoco les ha costado identificarlo como uno de los suyos.
“No necesito decirle a la gente de Aguascalientes cómo tratar a los extranjeros. La gente de aquí es muy amable y nos trata bien. Aquí tenemos una comunidad africana y de vez en cuando hacemos reuniones, obras de agradecimiento y colaboramos en lo que podemos. Somos conscientes de que la gente aquí es acogedora y amable con los extranjeros. Eso nos hace sentir en casa”, cuenta.
Porsupuesto, Traore, como muchos extranjeros, ha estado expuesto al maltrato y la discriminación de algunos, pero él no se toma las ofensas personales. “El día que alguien me agredió, pensé que, seguramente, esa persona ha tenido un problema con un negro alguna vez, pero no todos los negros son iguales. Así que, si la persona no me conoce, el insulto no tiene nada que ver conmigo. Y no sólo por una persona voy a ignorar al otro 99% que son amables”.
Las barreras y los prejuicios de muchos están basados en discursos de odio y en ideas equivocadas. “Criminales, violadores, ladrones y adictos”. Así nos han llamado a los mexicanos y ha sido la razón por la que muchos piensan que debemos estar separados de ellos por un muro. Y, posiblemente, no sean tan diferentes a las razones por las que algunos podríamos pensar mal de quienes llegan a nuestro país.
Pero uno de los propósitos del Día Internacional del Migrante es motivar la reflexión y concientizarnos sobre las dificultades que miles de personas atraviesan cuando se ven forzadas a cruzar las fronteras por la guerra, la pobreza, la inseguridad y hasta por los efectos del cambio climático.
Los migrantes hoy son uno de los grupos más vulnerables y marginados del mundo, constantemente expuestos al abuso, la explotación y la discriminación, a pesar de que han demostrado ser un importante bastión que contribuye a la prosperidad y el desarrollo de los países a donde llegan.
Promover leyes que permitan una migración más ordenada, colocarlos en el mercado laboral y crear visas humanitarias, son algunas de las cosas que la OIM pide a los gobiernos. Pero quizás, también sería bueno pensar como lo hacen en la tierra de Traore: “A mí me enseñaron que ningún ser humano es ilegal. En África nunca vas a ver a alguien que odie a un blanco. Al contrario, los queremos. Cuando un blanco llega a África siempre queremos darle el mejor recibimiento posible. Todos queremos salir a saludarlo, darle la mano e invitarlo a nuestra casa. Entonces, nosotros tuvimos esa educación, de querer a todos y de que nadie es menos o más que tú”.