Por Erick Cortés.- En México habitan 58 de las 357 especies de colibríes que existen, todas ellas, nativas del continente americano.
Actualmente, 29 de estas especies están amenazadas en México, ya que se cree que sus plumas son sagradas y tienen el poder de atraer el amor, por lo que se capturan para realizar rituales conocidos como “amarres”, una práctica que ha llevado a una notable disminución de ejemplares en las grandes ciudades.
Por esta razón, el activista Ángel Díaz, creador de la Fundación Picnic Colibrí, abrió el Santuario del Colibrí en Puebla, un refugio que alberga y protege de la caza furtiva a 27 variedades del centro de México.
El centro, ubicado en la comunidad de San Francisco de la Unión, no permite el arribo de personas dedicadas a la brujería o a la santería. “Estamos aquí para preservarlos, no están a la venta y no es un lugar para hacer ningún tipo de trabajo que los dañe”, asegura Ángel, quien también se propone crear un espacio turístico para recibir a los viajeros que deseen convivir con los colibríes.
A pocos metros del lugar, ya se construye un hotel para que los visitantes tengan un acercamiento con la naturaleza y puedan concientizarse sobre la importancia de preservarlos.
Díaz instaló 30 bebederos y plantó flores para atraerlos en cualquier temporada del año, sobre todo en invierno, cuando siembra semillas de plantas con colores vistosos (escasas en la temporada), que son las favoritas de las aves que llegan al santuario.
Otro de los peligros que amenazan a los colibríes son los bebederos caseros que algunas personas instalan con la intención de ayudar, pero que son llenados con un líquido rojo que se vende en algunas tiendas y que ha demostrado ser altamente tóxico para las aves, pues contiene colorantes artificiales y químicos como el alquitrán.
Los expertos señalan que la mejor forma de ayudar es crear espacios con plantas polinizadoras de las cuales los colibríes puedan alimentarse naturalmente.