Con 71 años de haber sido fundada por el padre Antonio Hernández Gallegos, la Ciudad de los Niños sigue de pie, proporcionando techo, sustento y aprendizaje a las actuales y a muchas generaciones de menores, que bajo su abrigo encontraron el camino que les permitió seguir por la vida, pues este lugar es cantera de profesionistas de diversas ramas, así como de diversos oficios.
La Ciudad de los Niños fue fundada el 3 de marzo de 1953 y el padre Toño llevó a los primeros 12 niños a habitar este lugar en la sacristía del derruido templo, que era el único lugar de la ex-Hacienda de San Nicolás que no estaba en ruinas.
Esta ex-hacienda entonces, se convirtió en el alojamiento de la Ciudad de los Niños de Aguascalientes, institución piadosa y educativa que sigue en pie y que al paso del tiempo, gracias al trabajo inicial del padre Toño y de sus sucesores, además de las donaciones generosas de gente de bien de Aguascalientes, fue construyendo y ampliando sus instalaciones, hasta convertirse en el hogar para niños, niñas y ancianitos, cuyas secciones son Nazaret, para niños pequeños; San José, para medianos y María Auxiliadora, para niñas; además de la Residencia San Nicolás para adultos mayores.
De acuerdo a los datos proporcionados por el director del Museo del Padre Toño, Francisco Javier Rodríguez López, una vez que le fue vendido el terreno por el señor Antonio Morfín, el padre Toño se dedicó a conseguir el dinero para poder pagar en abonos la propiedad que le fue vendida en 50 mil pesos.
Consta en fotos antiguas –amablemente compartidas por Sergio Zapata, quien es parte del personal de la Ciudad de los Niños- la forma en que los propios menores estuvieron colaborando en las obras de edificación de algunas áreas de este lugar, para hacerlas habitables y convertirlas en espacios para la convivencia y a la vida cotidiana de muchas generaciones de pequeños.
Sin embargo, para poder realizar los pagos del terreno, el padre Antonio Hernández Gallegos se dio a la tarea de organizar excursiones a Plateros, San Juan de los Lagos, Chapala y otros lugares turísticos, tanto religiosos como de recreación, con cuyas ganancias se hacían los pagos, pero también se hacía recolección de fondos a través de las limosnas que recolectaba el padre Toño con su bolsa de cuero que él llamaba “pague la pasadita”, cuya réplica se encuentra en el Museo del Padre Toño.
TODO ESTABA EN RUINAS, PERO “DIOS PROVEERÁ”
Cuando fueron a conocer los terrenos, uno de sus colaboradores le dijo al fundador de esta Ciudad de los Niños que todo estaba en ruinas y el sacerdote le respondió: “Dios proveerá” y en efecto, dio lo necesario, gracias al esfuerzo del padre Toño, por muchos años al frente de esta generosa obra pía que transformó vidas, familias y sociedades de Aguascalientes y la región.
Cuando el padre Antonio Hernández Gallegos tuvo que irse a Tabasco, a donde fue enviado como obispo, la Ciudad de los Niños quedó a cargo del padre Jesús Ruvalcaba, quien prosiguió con la obra de educar y dar sustento a los niños y posteriormente a niñas, que tenían como hogar la Ciudad de los Niños, después del padre Chuy quedó al frente el padre Neftalí Salazar, cuyos sucesores fueron Alejandro Hernández, Juan Gabriel Campos y el actual director, Julio Andrés Barrera.
En la actualidad se encargan de la educación de los menores que se encuentran en esta Ciudad las integrantes de la Congregación de Maestras Católicas del Sagrado Corazón de Jesús, mientras que de las personas de la tercera edad que permanecen en la Residencia San Nicolás, se hace cargo la Congregación de Carmelitas Descalzas y son apoyadas alrededor de 60 personas, entre niñas, niños y adultos mayores.
Cabe mencionar que el fundador de la citada institución puso el nombre de “Patria” a la escuela primaria con la que cuenta la Ciudad de los Niños, misma que posteriormente fue incorporada a la SEP por el padre Ruvalcaba.
Pero además de los directores, también pasaron por la Ciudad de los Niños los subdirectores o vicarios, quienes a lo largo de 71 años contribuyeron a la magna obra del padre Toño: Salvador Romo, Rigoberto Ruiz Palos, Apolonio Galindo y José Gerardo Hermosillo González.
La señora Esther Gallegos, mamá del padre Toño, también colaboró en forma intensa para que se lograra cristalizar el hogar para cientos de menores, además de la profesora Pachita Ruiz Esparza Alonso.
Muchas han sido las generaciones de la Ciudad de los Niños, en donde ha habido de todo, como lo hay en el mundo, pero en donde destacan también muchos hombres de bien que han servido a Aguascalientes y a la sociedad, gracias a los oficios que aprendieron en este lugar, además de las profesiones que también desarrollaron en beneficio de la sociedad y de sus familias, pues de la Ciudad de los Niños han brotado personas de muchas profesiones, entre ellos, médicos, abogados y hasta sacerdotes.
Algunos de estos ex-alumnos escaparon porque no querían estar enclaustrados, pero en el transcurso de los años otros no se han olvidado de sus raíces y contribuyen de una u otra forma a seguir sosteniendo la hermandad que bajo el manto de la Ciudad de los Niños encontraron, además de colaborar con la propia institución que los vio crecer y un día los vio partir para sumarse a la sociedad como integrantes dignos, gracias a la semilla que depositó el padre Toño, que sigue dando infinitos frutos.