Por Erick Cortés.- Muchos pensarían que la principal preocupación en Guerrero es la creciente inseguridad, pero la falta de lluvia también es un problema importante para uno de los estados más rurales y, por ende, de mayor actividad agrícola en México.
Es por ello que los habitantes del municipio de Zitlala han llevado a cabo rituales ancestrales en la explanada principal, donde varios hombres se enfrentaron en peleas “a puño limpio”, para seguir una antigua tradición que tiene como fin pedir al cielo que caigan lluvias y se logre una buena cosecha.
Los peleadores, que visten con largas faldas negras y playeras blancas, consumen varios litros de mezcal antes de enfrentarse. La bebida tiene efectos sedantes que mitigan el dolor de los golpes y facilita la tarea de noquear al oponente.
“Aquí se siente adrenalina pero miedo no, uno no pelea por rencor, es con la intención de pelear a ganar, uno va pensando en ganar”, cuenta Mario Atianguis Jiménez, quien lleva 35 años participando en las peleas.
En Oaxaca, la llegada de la cuaresma no sólo marca el inicio de la temporada religiosa, sino que también representa la esperanza de aliviar la feroz sequía que ha afectado a las cosechas de maíz, frijol, tomate, cebolla y otras frutas, así como a decenas de familias que acuden hasta un lugar llamado “El Pocito” para llevarse agua en recipientes o bolsas de plástico.
Los campesinos consideran que el agua de este manantial le proporciona beneficios para enfrentar la escasez de lluvias, pero la disminución del nivel del agua en “El Pocito” también ha generado preocupación entre los lugareños.
«Este año no llovió y todos estamos sufriendo por el agua, ahora los pozos se están secando y no hay suficiente agua. Nosotros tenemos ganado, tenemos ‘toritos’ y necesitamos del agua para que los animales tomen, por eso venimos a este dichoso pueblo para pedir agua», comenta Heriberto López, campesino local de 67 años.
Paula Martínez, quien es originaria del Valle de Tlacolula, comenta: «No llueve, por eso ahora no hay agua en el pozo. Pero tenemos fe en que, primeramente Dios, vamos a tener más ‘agüita'».
La tradición local se basa en la creencia de que el Cristo de Huayapam proveerá el agua necesaria para enfrentar la sequía. Pero a pesar de la fe, la sequía persiste, afectando a 439 de los 570 municipios de Oaxaca, según la Comisión Nacional del Agua.
Si bien estas tradiciones ancestrales forman parte de la identidad cultural de las comunidades, también evidencian los desafíos que las poblaciones tienen que enfrentar con una ola de violencia aunada a la crisis climática y una sequía cuyos efectos se sienten igual, tanto en las comunidades más marginadas como en las grandes ciudades del país.