Por Erick Cortés.- “No dormir bien es un gran peligro. Algunas personas que desconocen la importancia del sueño, piensan que dormir es perder el tiempo, pero la realidad es que vamos a estar tan saludables y a tener tanta longevidad y cordura, como logremos dormir bien”, aseguró en una conferencia el investigador puertorriqueño Frank Suárez.
La importancia del sueño se ha estudiado en numerosas ocasiones. Sin profundizar en ellas, podemos resumir que no dormir bien incrementa el riesgo de padecer enfermedades como hipertensión, cáncer, alzheimer, depresión, ansiedad y hasta impotencia sexual.
Y es que una de las principales consecuencias de dormir mal es el debilitamiento del sistema inmunológico y la capacidad del cuerpo para auto repararse y regenerarse, lo que vuelve a las personas más vulnerables a las enfermedades y el envejecimiento prematuro. “Obviamente, al no tener un sueño profundo no reparas tejidos y aceleras el envejecimiento de tu cuerpo», asegura el doctor Alejandro De la Rosa.
Pero a pesar de ser una función biológica esencial, para el mundo moderno el sueño no sólo ha perdido importancia, sino que por muchos es mal visto. “La cultura del esfuerzo, por un lado; y el emprendedurismo y el trabajo duro, por el otro, le quitó el poco valor que le quedaba a una buena noche de sueño, como si fuera una actividad que no te puedes permitir o que hace alguien que es vago”, opina De la Rosa.
Para reconocer su importancia, la Sociedad Mundial del Sueño (World Sleep Society) conmemora el Día Mundial del Sueño cada viernes anterior al equinoccio de primavera, en un día que también busca concientizar a la población sobre los trastornos del sueño que cada día más personas padecen.
En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud estima que el 40% de la población mundial duerme mal a causa de algún trastorno o tiene problemas para conciliarlo, para permanecer dormido o para tener un horario regular de sueño.
El costo de no dormir bien es muy alto, no sólo para quienes desean lucir jóvenes y esbeltos, sino para quienes desean mantener una buena salud, ser productivos en el trabajo y la escuela o mantener relaciones interpersonales sanas, pues tanto la capacidad de concentración como el estado de ánimo son las principales cosas que delatan a quienes no han tenido una buena noche de descanso.
La privación del sueño también afecta a la memoria, las funciones cognitivas, y altera el metabolismo, sobre todo entre quienes duermen a deshoras, lo que repercute también en sus horarios de comida y de actividad física, algo que ha incrementado en los últimos años a causa de los dispositivos móviles.
“Hoy solemos perder la capacidad de alcanzar el sueño profundo porque comemos muy tarde y gastamos recursos en digerir, pero también porque estamos yéndonos a dormir con mucho estímulo. Mucha gente se va a acostar consumiendo contenido en pantallas antes de dormir, lo que genera una hiperestimulación, que ya ni siquiera tiene que ver con la luz azul (que afecta la capacidad de producir melatonina y de alcanzar un sueño profundo), sino que incluso con un filtro de luz cálida hay una excitación por la hiperestimulación neurológica de la serie de Netflix, el contenido de Instagram o cualquier contenido que se consuma y que active los neurotransmisores, impactando negativamente en la calidad de sueño”, explica el doctor De la Rosa.
Un cambio de hábitos simples, como dejar el móvil antes de acostarse, cenar más temprano, oscurecer la habitación y asegurarse de que sea silenciosa puede mejorar nuestra capacidad de conciliar el sueño a la hora correcta. Además de exponerse a la luz solar por la mañana para bloquear la producción de melatonina y ajustar el ciclo circadiano del organismo con las horas de luz natural.