Despabilándose por una siesta intranquila en una mesa de una cafetería de un casi vacío Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la señora Rosario y su familia esperan para volar a Tijuana en donde pasarán Semana Santa.
Con su equipaje apilado cerca de donde beben café y comen galletas, la señora originaria de la Ciudad de México cuenta que a pesar de que su vuelo con Mexicana de Aviación se retrasó cuatro horas, ella, sus dos hijos y uno de sus nietos no desesperan.
Los cuatro integrantes fueron de los pocos pasajeros que optaron por este aeródromo que la mañana fría y neblinezca del Jueves Santo lució semivacío.
«Hubo un retraso, creo que por neblina, se nos retrasó el vuelo por 4 horas, salíamos a las 8 de la mañana y nos lo pasaron a las doce, pero está tranquilo, no hay aglomeraciones ni mucha gente», narró la señora Rosario, de la alcaldía Álvaro Obregón, quien desde esa demarcación llegó a la terminal aérea en taxi «en menos de cuarenta y cinco minutos».
Como ellos, Arantxa y Miguel, dos enamorados que de igual forma viajarían en la Aerolínea del Estado Mexicano, pero hacía Mérida para disfrutar sus vacaciones en la Riviera Maya, caminaron por los pasillos relucientes y se tomaron fotos frente a la torre de control que a sus espaldas se despedía de los últimos rastros de la neblina para regalarles una postal con un cielo completamente azul de una mañana apacible en las inmediaciones de una de las obras insignia del obradorato.
«No hay gente, está muy muy tranquilo. Las instalaciones están impecables, nosotros no habíamos volado por aquí […] hasta en el trayecto: vivimos en el Centro (de la Ciudad de México) y nos aventamos menos de una hora, todo bien», dijo la joven Arantxa.
Los módulos para documentar equipaje de las distintas aerolíneas que operan en la terminal aérea se vieron vacías, a excepción de la línea aérea que el Gobierno rescató tras desembolsar 816 millones de pesos, misma que después de trece años volvió a surcar los cielos en diciembre pasado.
Los comercios, tales como tiendas de conveniencia, restaurantes y tiendas de souvenirs esporádicamente recibían clientes. En tanto, las personas que aguardaban pendientes de las pantallas el anuncio para abordar, reían, platicaban e, incluso, aprovecharon para dormir.
En contraste, para las 11:00 horas, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), cientos de personas esperaban para hacer válido su pasaje para salir de la ciudad a disfrutar del asueto de Semana Santa 2024 que entre bullicio, restaurantes repletos y un ir y venir constante de maletas y pasajeros aguardaban para ingresar a los filtros que los llevarían a las salas de abordaje.