El presidente de EE.UU., Joe Biden, formalizó este jueves una alianza a tres bandas con los líderes de Japón, Fumio Kishida, y Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., con anuncios para una mayor cooperación en tecnología, infraestructuras y seguridad marítima, ante la creciente hegemonía de China en el Indopacífico.
Era la primera cumbre de este tipo que celebraban los tres países, y tanto el contenido como la forma buscaban proyectar unidad: los líderes comparecieron ante la prensa en la Sala Este de la Casa Blanca, respaldados por sus asesores más cercanos y con las banderas nacionales de fondo.
Al comienzo del encuentro, Biden afirmó que el compromiso de defensa de Estados Unidos con Japón y Filipinas es «inquebrantable».
El mandatario estadounidense avalaba así a sus aliados frente a la disputa soberanista de Pekín con Tokio por las islas Senkaku (Dioyú para China) en el mar de China Oriental, y con Manila por varios atolones en el mar de China Meridional, conflictos motivados por recursos pesqueros, de gas y petróleo.
Ante las cámaras, Biden también reafirmó el compromiso de su país de defender a Filipinas ante «cualquier ataque» en el mar de China Meridional, ya sea contra sus buques o Fuerzas Armadas, en virtud del acuerdo de defensa mutua entre Manila y Washington de 1951.
Por su parte, Marcos Jr., quien acercó a su país a la órbita estadounidense tras el giro hacia China de su antecesor Rodrigo Duterte (2016-2022), expresó su deseo de que esta primera cumbre trilateral sea el «comienzo» de una mayor coordinación entre las tres naciones.
En tono similar se pronunció Kishida, quien reafirmó que esta cooperación multilateral entre diferentes países «es esencial para mantener y reforzar el orden mundial internacional y el derecho internacional».
El comportamiento «agresivo» y «peligroso» de China
Al concluir el encuentro, la Casa Blanca difundió un comunicado conjunto donde los tres líderes emplearon un lenguaje mucho más contundente para condenar la conducta «agresiva» y «peligrosa» de China en el mar de China Meridional, donde Pekín mantiene disputas territoriales con varias naciones, incluida Filipinas.
Al respecto, los líderes expresaron «serias preocupaciones» por el reciente hostigamiento de buques de la Guardia Costera y milicias de China contra embarcaciones filipinas, a las que han atacado con cañones de agua en el atolón Thomas, donde Manila tiene varado desde 1999 el navío Sierra Madre para reclamar el enclave.
Para hacer frente a China, anunciaron un importante acuerdo para que las Guardias Costeras de EE.UU., Japón y Filipinas realicen este año una misión conjunta en el mar de China Meridional, la segunda operación marítima de este tipo tras la llevada a cabo en junio de 2022.
Además, las Guardias Costeras de los tres países efectuarán otros ejercicios conjuntos este año para mejorar su coordinación en alta mar, y se establecerá, por primera vez, un diálogo marítimo trilateral para reforzar la cooperación.
Como parte de este acuerdo, las tres naciones planean realizar en 2025 entrenamientos marítimos en torno a Japón, según detalla el comunicado.
Asimismo, los líderes condenaron la amenaza nuclear norcoreana y reafirmaron la importancia de preservar la «paz» y la «estabilidad» en el estrecho de la isla de Taiwán, territorio autónomo al que China considera una provincia rebelde que no descarta invadir.
Rechazo a la «coerción económica»
La cumbre trilateral también tuvo un fuerte componente económico y, en su comunicado final, los líderes manifestaron su oposición a cualquier «coacción económica», término empleado por Estados Unidos para describir las prácticas financieras de China.
En este contexto, un aspecto destacado fue el anuncio de un conjunto significativo de proyectos de infraestructura en Filipinas como parte del mecanismo Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global (PGII), creado por el G7 en 2021 para contrarrestar la influencia china en la región.
Este proyecto, bautizado como corredor económico de la isla filipina de Luzón, buscará mejorar la conectividad entre la bahía de Subic y Clark, Manila y Batangas mediante diversas obras, desde ferrocarriles hasta modernización de puertos.
Estas inversiones, para las que EE.UU. no ha fijado plazos, pretenden presentarse como una alternativa a la Ruta de la Seda de China, lanzada en 2013 por el presidente Xi Jinping para expandir su influencia por el mundo.
Desde su llegada a la Casa Blanca en 2021, Biden se ha dedicado a tejer alianzas en Asia, lo que llevó a la creación del pacto militar Aukus (acrónimo de Australia, Reino Unido y Estados Unidos) y al acercamiento primero de Japón y Corea del Sur y, ahora, de Filipinas y Japón.
En alusión a esa estrategia, el Gobierno chino instó el miércoles a EE.UU. a dejar de «formar bandas» si realmente desea la «paz y estabilidad» en el mar de China Meridional.