Como marca la tradición en el Día de la Santa Cruz, en las obras en proceso de construcción hubo jolgorio, donde albañiles y trabajadores del sector convivieron amenamente a costa del patrón o con las “vaquitas” que ellos mismos juntaron para comer carnitas, tacos y otros alimentos, que se pasaron con las cervezas y uno que otro brindis con tequila, mezcal y sin faltar el pulque.
Antes del festín, los albañiles acostumbran acudir a misa, sobre todo a los templos donde se encuentra la Santa Cruz, como la Medallita Milagrosa, ubicada en la calle General Barragán y como parte del júbilo de la celebración, se dejan escuchar los cohetones.
Los trabajadores de la obra que trabajan por su cuenta y lo hacen por destajo no pueden darse el lujo de parar sus actividades para festejar, como quienes sí reciben un sueldo por parte de su patrón.
Se tiene la costumbre de colocar una cruz en lo alto de la obra, ya sea en los edificios o casas en obra negra, misma que adornan con flores naturales o de papel.
La cruz es la patrona de los albañiles y peones de albañilería, pues esta se encarga de cuidarlos para que no sufran ningún accidente y al final todo salga sin percances, es por esto que los trabajadores de la construcción se sumaron a este día para honrar su tan importante labor y lo celebran con una misa y comida.
El Día de la Santa Cruz se relaciona con los trabajadores de la obra tras la construcción de la primera capilla en el Cerro del Tepeyac, por lo que se conmemora a la labor de los albañiles y se honra su papel en el mantenimiento de edificios, casas, puentes y otras estructuras.
El origen de la celebración de la Santa Cruz proviene de la religión católica, que según la leyenda, la emperatriz Elena, madre de Constantino y quien en una peregrinación a Jerusalén el 3 de mayo, aproximadamente en el año 326 d.C., fue a buscar la cruz en la que murió Cristo, con la cual se les podía devolver la salud a los enfermos.