Investigación y peritajes oficiales a cargo de las Fiscalías General de la República y del Estado, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y de la Dirección de Aeronáutica Civil, despejan dudas y aclaran el panorama al concluir que el desplome del helicóptero Águila 1 de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado que provocó la muerte de todos sus ocupantes se originó por causas que nada tienen que ver con un presunto atentado o sabotaje.
De manera inicial la Fiscalía General del Estado realizó los peritajes de balística y criminalista, recuperando los cuerpos del secretario Porfirio Sánchez Mendoza y los demás tripulantes (piloto, copiloto y dos artilleros), así como las armas y balas del personal de artilleros (personal de seguridad) que se encontraba a bordo, confirmando que no se detectó indicios de un atentado, lo que provocó que la investigación se enfocara en materia de aeronáutica.
Tras el siniestro, se menciona en el documento oficial emitido por la Dirección de Análisis de Accidentes e Incidentes de Aviación, en su momento se realizó la inspección de campo en el lugar del accidente, sin que se encontraran evidencias de falta de partes estructurales de la aeronave, ni tampoco indicios de sabotaje o atentado, estableciendo además que “ambos rotores giraban antes del impacto de la aeronave contra el terreno”.
En relación a los cuerpos de quienes viajaban en el helicóptero oficial, se establece que de acuerdo con las necropsias las víctimas resultaron con lesiones por contusión debido al fuerte impacto contra el terreno, posteriormente el fuego, afectó los cuerpos, aunque no fue la causa del fallecimiento de las cinco personas que viajaban abordo de la aeronave al momento del accidente.
Las investigaciones realizadas por diferentes organismos e instituciones concluyen que no hubo ataque alguno contra la aeronave y que fueron otras las causas del accidente, por lo que continúan las indagatorias para saber con exactitud si fue una falla técnica (desperfecto en alguna de las partes del helicóptero) o una negligencia (falla humana), lo que aún continúa en estudio debido a que al momento del percance la tripulación del Águila 1 no declaró la emergencia a la torre de control Aguascalientes.
Lo que sí se precisa en el informe oficial es que la cabina de mando, asientos, controles e instrumentos se encontraron consumidos por fuego. La sección de la cabina de pasajeros junto con los asientos, también se encontró destruida por el impacto y fuego, mientras que las puertas izquierda y derecha de la cabina de pasajeros se localizaron, aunque severamente dañadas.
Asimismo se establece que “el motor se encontró en su posición de diseño; con daños por impacto y fuego, el cono de salida de los gases de escape”.