Decenas de personas se agolpan frente al Hospital Bahman en los suburbios meridionales de Beirut para donar sangre a los 68 heridos en el bombardeo israelí que este martes alcanzó un edificio a escasos metros del centro hospitalario, donde también murieron al menos dos personas.
Equipos de emergencias de diferentes organizaciones continúan llegando al Dahye, un importante bastión del grupo chií libanés Hizbulá, para sumarse a las labores de rescate aún en marcha entre un fuerte dispositivo de seguridad y ambulancias a la espera de más posibles víctimas que trasladar.
«He venido a donar sangre, hay mucha gente donando. Desde hace unos días estábamos preparados para un ataque, sabíamos que algo venía», afirmó a EFE Ali, un vecino del barrio de Haret Hreik, donde tuvo lugar el ataque aéreo.
Israel ya había avisado de que respondería con dureza al lanzamiento de un proyectil que el sábado causó la muerte de doce menores en los Altos del Golán, bajo ocupación israelí, y que atribuye a Hizbulá, aunque la formación libanesa se desvincula de la acción.
Según el Ejército israelí, su venganza contra el Dahye mató al «comandante militar de más alto rango de Hizbulá», Fuad Shukr, al que describió como «responsable» del ataque contra el Golán y como «mano derecha» del líder del movimiento chií, Hasán Nasrala.
Por su parte, una fuente cercana al grupo armado que pidió el anonimato confirmó a EFE que el balance de víctimas asciende ya a al menos dos muertos y 68 heridos, aunque no ofreció detalles sobre sus identidades.
Un gran número de heridos
Un testigo aseguró a EFE que la zona donde se ubica el inmueble atacado este martes se encontraba «llena de gente» en el momento del bombardeo y que los heridos, la mayoría civiles, «estaban todos por el suelo».
Al revés que Ali, se sorprendió de que la acción tuviera como objetivo un área «muy populosa con vida civil» y reconoce que pese a las «tensiones» no se imaginaron que la respuesta podría ser «aquí, en esta zona».
Entre la marabunta, un hombre con la cabeza vendada abandona el Hospital Bahman y relata a la prensa cómo la explosión le sorprendió a bordo de su vehículo.
«Estaba pasando en mi motocicleta, de pronto sentí que algo me golpeó y perdí la conciencia. Hay muchos heridos dentro, que Dios los ayude a recuperarse pronto», dijo a los medios allí presentes, al identificarse solo como Ahmad.
Otro de los vecinos que ha acudido a donar sangre comenta a EFE que escuchó el ruido ocasionado por la deflagración y se siente afortunado de que ninguno de sus familiares esté entre las víctimas, si bien también confirma que dentro del centro médico hay «muchos heridos».
«Ahora estamos esperando por la respuesta de su excelencia, Al Sayyed, lo que sea que diga», dijo el hombre en referencia a Nasrala y los pasos que decida tomar a raíz del bombardeo en estos suburbios fuera de la región fronteriza donde se suele concentrar el fuego cruzado entre Hizbulá e Israel.
«Todo lo que ves a tu alrededor es resistencia, la gente que viene para donar es resistencia, la gente que está ayudando es resistencia», agregó el residente.
Según un vecino también llamado Ahmad, su oferta para donar sangre ha sido denegada por el hospital, que ya ha recabado «muchas» reservas, y la población local está decidida a permanecer «unida» contra Israel sin importar donde ocurran sus ataques.
«No es la primera vez»
Hasta el lugar se desplazó también el alcalde de la vecina Burj al Barajneh -parte del Dahye-, Atef Mansour, para mostrar su apoyo a la población de Haret Hreik tras la acción israelí.
«Este es un acto cobarde y no es la primera vez que Israel ha atacado los suburbios sur. Desde 2006 y hasta ahora, estamos acostumbrados a que lleve a cabo operaciones de tanto en tanto, pero esto no disuadirá a la esta gente resiliente», sentenció Mansour en declaraciones a EFE.
Además de ser bombardeado durante la guerra de 2006 entre Hizbulá y el Estado judío, el extrarradio capitalino ya fue escenario el pasado enero de un ataque quirúrgico que acabó con la vida del número dos del movimiento islamista palestino Hamás, Saleh al Arouri.
En una tienda cercana al lugar de los hechos de este martes, los empleados cerraron enseguida para ir a ver que había pasado y ayudar en lo que pudieran, pero no mucho después volvieron a retomar sus actividades comerciales.
«Estamos acostumbrados a ello, no es la primera vez», indicó a EFE el dueño del establecimiento.