ACAPULCO, Gro., octubre 3 (EL UNIVERSAL).- «¿Quién iba a esperar a que lloviera tanto?», dice Heriberto Jiménez, vecino de la colonia Libertad, donde dos personas murieron por un deslave de cerro provocado por las lluvias del huracán «John».
Este jueves regresó a su domicilio en la parte alta del puerto de Acapulco para intentar rescatar algo de sus pertenencias, pero no logró ingresar porque el inmueble quedó atrapado entre piedras y arena que se deslizaron la semana pasada y que ahí continúan.
El afectado cuenta que las intensas lluvias arrastraron tierra y grandes piedras del cerro que provocaron la muerte de dos personas: Manuela y Melitón. «A las cinco de la mañana estábamos dormidos cuando se escuchó como un terremoto y se vinieron todas las piedras y no podíamos ayudarnos porque estaba oscuro, no había luz, no había nada», explicó.
Heriberto Jiménez considera que la tragedia que vive, al quedarse sin casa para sus dos hijas y esposa y sin sus dos automóviles, no es un «castigo de Dios, porque yo siento que Dios a nadie castiga. Nos castigamos nosotros los seres humanos con nuestras propias acciones».
«Esto fue obra de la naturaleza yo, digo, ¿Quién iba a esperar a que lloviera tanto? Pasamos ‘Otis’, se veía el cerro pelón, voló todo, pero nunca hubo muertos de aquí de la colonia, ni que se desbarrancaran piedras», señala.
Conocido entre sus vecinos como «Heri», el hombre lamenta que no haya llegado ayuda a la colonia y tenga que andar caminando y batallando con su familia por comida.
«No se lo deseo a nadie, pero sí se batalla. Yo trabajo en albañilería y los vehículos los ocupaba para trabajar, transportar mi familia».
Asegura que tiene dos hijas que no puede andar con ellas de un lado para otro, pues «ya se cansaron, al sacar las cosas de la casa están traumadas con esto, de recordar esto y ver todos los días».
Heriberto Jiménez asegura que está sorprendido porque la naturaleza no lo perdonó, por eso pide «a Dios que le ayude, a nadie le deseo lo malo, somos hombres y a veces me aguanto y créemelo ya de tanto llorar me doy valor porque siento que estoy cansado de tanto luchar».
De 47 años, Heriberto Jiménez afirma que le llevó mucho tiempo construir su casa «porque uno de pobre va haciendo las cosas, poco a poco, imagínate ir comprando tu material tu casa y que lo vas comprando con dificultades».