La rapiña, cuando una unidad de transporte pesado sufre un percance, es una plaga que lamentablemente siempre ha existido, a pesar de que sea un delito que es causa de cárcel, por lo que la autoridad debería de estar al pendiente para que esto no ocurra, manifestó el presidente de la Cámara Nacional del Autotransporte (CANACAR), Roberto Díaz Ruiz.
“Carro que se vuelca, la mercancía es acarreada por los lugareños; se roban todo y no hay nadie que lo impida, porque además la gente se pone brava”, señaló.
La disculpa de los rateros ha sido que las aseguradoras son quienes pagan la mercancía dañada, lo que por lo general no sucede, por lo que quienes deben reponerla es el transportista o la termina perdiendo el dueño, apuntó el dirigente de la CANACAR.
Indicó que aparte de las malas condiciones de las carreteras y de la inseguridad, la rapiña es algo que penosamente ha sucedido, pues incluso en ocasiones los operadores de la unidad siniestrada se encuentran atrapados entre los fierros retorcidos y la gente no hace nada por rescatarlo, ya que en lugar de eso, prefieren llevarse la mercancía.
“Lamentablemente es la manera de pensar de mucha gente y la disculpa es que de cualquier forma el seguro es quien pagará”, dijo.
Si los bienes que se transportan fueron asegurados, la compañía de seguros tiene que pagar, pero el problema es cuando el cliente no solicitó una fianza, entonces la mercancía se pierde. Los transportistas tienen que pagar 15 salarios mínimos por tonelada o fracción cuando no existe un seguro, de acuerdo a la ley.
Ante dicha situación, los transportistas han decidido protegerse de la situación, estipulando en un contrato que existen dichos riesgos para que los clientes sepan que se requiere contratar un seguro para la mercancía o de lo contrario se la juega el usuario.
Por último, subrayó que la gente debe entender que tomar la mercancía de una unidad siniestrada es un robo que se castiga con la cárcel y no existe ninguna disculpa y que las autoridades ejerzan mano dura ante la situación.