No hay plazo que no se cumpla y ayer, a tiros y tirones, se inauguró el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, algo que, según la 4T, es un antes y un después en la historia del país.
Abortó un proyecto que competía con lo mejor del mundo en diseño, pues nada más llegar a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador decidió cancelarlo, aunque medio mundo puso el grito en el cielo porque las obras ya estaban avanzadas, pero el que tiene el poder es él y se hizo su voluntad. Muchos damnificados resultaron de esta decisión, aunque la realidad es que lograron concretar el proyecto en tiempo récord.
Lo que se espera es que no obstante la premura con la que se realizó esta terminal aérea los materiales usados hayan sido de calidad, que se le dé el debido mantenimiento y se hagan mejoras cuando se ocupen y no vaya a pasar lo que ocurrió con la Línea 12 del Metro, que hasta ahora se viven las consecuencias.
Tras un alud de críticas porque la obra se hizo en el tiempo en que se comprometió, lo que pasó alrededor de su construcción puntualmente se narró en las páginas de HIDROCÁLIDO, y éste es el primer megaproyecto que logra concretar el Presidente, y tenía que ser en una fecha significativa: 21 de marzo, natalicio de Benito Juárez.
Hasta el multimillonario empresario Carlos Slim salió al quite diciendo que el nuevo aeropuerto es espectacular, cuando el principal perjudicado de la cancelación del otro proyecto fue su yerno Fernando Romero, pues era uno de los arquitectos que ganó la adjudicación.
Ahora se espera mucho de esta nueva terminal aérea, que en teoría viene a desahogar funciones del ya saturado Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México, aunque no acaba de convencer, y las primeras en levantar la voz fueron las personas que aseguran que hacen mucho tiempo en traslados y por las imágenes vistas ayer en la inauguración.
Lo que se vio ayer dejó mucho que desear, pues más que una terminal aérea de primer mundo se vio como una central camionera, ya que por los pasillos se pudo observar todo tipo de puestos ambulantes y hasta la venta de tlayudas, un alimento típico oaxaqueño, que no tendría nada de extraordinario pero tampoco es común, y era muy extraño ver filas de personas aguardando su turno para comprar este exquisito platillo y no para abordar un avión.
Dicen muchos que parecía un verdadero tianguis, pues aunque no lo crea no faltaron los ambulantes que tendían sus puestos en el piso y ofrecían hasta veladoras y posters del Presidente… algo completamente inusual.
En fin, habrá entusiastas promotores del AIFA, aunque no faltarán los detractores, ojalá que este nuevo aeropuerto cumpla su función, ya que para eso se hizo, y que realmente desahogue el anterior puerto aéreo para hacer más tolerable la situación del transporte en la siempre caótica Ciudad de México, corazón de todo el país.