Tapachula (México), 14 jun (EFE).- La larga espera para los trámites migratorios en la frontera sur de México han llevado a cientos de africanos y haitianos a poblar tanto centros migratorios como el humilde barrio de La Esperanza en el municipio de Tapachula en Chiapas.
Muchos de ellos se han instalado precariamente en la colonia (barrio) La Esperanza, que anteriormente estaba ocupada mayoritariamente por mexicanos y ahora ha tomado otro brillo, empuje y color.
Tiendas de abarrotes, peluquerías y bares regentados por migrantes extracontinentales se han instalado a lo largo de este barrio de Tapachula, uno de los municipios con mayor afluencia de migrante desde que en octubre de 2018 detonara el fenómeno de las caravanas, con miles de personas.
Es «difícil porque no son tus costumbres, pero ya nos estamos adaptando», afirma a Efe Jon Nelson, de 27 años.
Haitiano, explica que su familia terminó divida cuando solicitó refugio ante el Instituto Nacional de Migración (Inami).
Y tras pasar 15 días en el interior de la estación migratoria Siglo XXI de Tapachula, fue expulsado cuando exigió atención médica para su esposa, que cayó enferma.
«Mi esposa estaba enferma, y discutí con ellos para que la llevaran al médico. Ellos dijeron que no y yo hablé muy alto. Me sacaron a la calle y ahora no sé dónde está mi familia», relata el hombre, quien denuncia que los vigilantes se quedaron su ropa y teléfono móvil, y teme por la salud de su mujer.
Ninguno de los familiares de Jon tiene papeles, así que solo quedan dos opciones; pedir la tarjeta de visitante por razones humanitarias, que es el único modo de quedarse en México y proseguir hacia el norte, o ser deportados.
Jon viajó desde Haití por todo Centroamérica hasta llegar a México.
Asevera que no vino solo, porque en esta travesía le acompañaron sus primos y sobrinos, hoy en la Siglo XXI.
Consideraron que la mejor manera de avanzar hacia Estados Unidos era tramitando papeles en México como un paso previo, pero una vez hecho el trámite, vieron que el país no estaba preparado para atender semejante éxodo migratorio.
Expulsado del centro migratorio, continúa, el hombre acudió al barrio de La Esperanza, donde vive junto con cientos de migrantes sin papeles, muchos de ellos de países como la República del Congo, Camerún, Jamaica o Haití, e incluso algunos provienen del continente asiático.
Viven en condiciones difíciles, mientras esperan la oportunidad de empezar los trámites ante el Inami, a sabiendas de que esto limitará sus movimientos durante semanas.
De la República del Congo, Wadlin cuenta a Efe que vive con temor mientras aguarda paciente que se resuelva el trámite migratorio en la estación migratoria Siglo XXI, donde esta recluido.
Llegó de esta nación africana hace un mes junto a su marido, pero hoy descansa en La Esperanza sin él pero con una niña en brazos, sin ropa y sin dinero.
«Jesucristo, no sabes cómo he sufrido aquí. Todo está muy mal y yo estoy sufriendo mucho. Duermo aquí, con la basura, sin poder bañando y con una bebé», afirma.
Dice no saber por qué su marido está recluido.
La vida y vicisitudes de Wadlin y Jon reflejan el devenir de cientos en La Esperanza, una colonia humilde que hoy padece esta nueva presión migratoria, y donde de vez en cuando se registran peleas entre haitianos y africanos.
Mientras dura esta larga y penosa espera, que tiene a tantas personas en vilo, los recientes choques diplomáticos entre México y Estados Unidos han llevado al inminente despliegue de 6.000 efectivos de la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala.
Mientras esto se ejecuta, ya se han detectado más retenes y controles en carreteras e incluso por mar y aire, en los que además de la autoridades migratorias participan militares y marinos.
Asimismo, no cesan las deportaciones de migrantes, la mayoría de estos centroamericanos, tal y como informa el propio Inami.