México, 30 ene (EFE).- La agricultura protegida, consistente en el uso de invernaderos y mallas para la producción de hortalizas, como jitomate y pimiento, se ha convertido en la alternativa mexicana para frenar al cambio climático.
Para los productores de este país, el uso de invernaderos se ha convertido en una de las herramientas más usuales que les permiten cultivar los alimentos de manera adecuada, además de que sirven para dar un descanso a los suelos fértiles y ahorrar agua.
Según estimaciones, la producción de hortalizas en México se duplicó en las últimas tres décadas gracias al método de agricultura protegida en invernadero.
Un ejemplo del desgaste de los ecosistemas, derivado de la agricultura industrial se aprecia en el norte del estado de Guanajuato, centro de México, donde existen unos 2.500 pozos de agua, de los cuales 50 % están sobrexplotados.
Ante ese escenario, los productores destacan la importancia de desarrollar sistemas agrícolas que detengan el avance del agotamiento de los ecosistemas.
En ese sentido, «los nuevos avances tecnológicos en materia de agricultura protegida, así como las innovaciones en invernaderos, permiten que el 20 % de la producción agrícola del país se realice bajo esta técnica», dijo en entrevista con Efe el consultor de GreenTech Americas, Homero Ontiveros.
Explicó que la agricultura protegida ha crecido de forma exponencial en los últimos 20 años y ha colocado a México entre los cinco primeros países en el mundo en usar este tipo de técnicas de cultivo, las cuales le ayudan detener el impacto climático en sus suelos.
«El mundo ya no tiene mucha tierra fértil para extender las zonas de cultivo, además que no tenemos más agua para riego. Por ello, necesitamos de sistemas de agricultura bajo techo», precisó.
Recordó que México cuenta con alrededor de 50.000 hectáreas dedicadas a esta forma de cultivo en los sectores de hortalizas, verduras, frutas y plantas medicinales, mayormente.
Mientras que España es la nación líder en Iberoamérica en este tipo de sistemas de cultivos, seguida por México, Brasil, Argentina y Colombia.
Ontiveros contó que la agricultura protegida se caracteriza por aplicar diversas tecnologías para que pequeños, medianos y grandes productores del campo, quienes utilizan estos sistemas acorde a la exigencia en sus tierras.
Explicó que estos sistemas, que parecerían sencillos, constan de sistemas tubulares, plásticos, cristales, sistemas automatizados, además de aplicaciones digitales para monitoreo e hidroponía, entre otros productos.
Abundó que se debe trabajar y difundir este tipo de tecnologías para cultivos y capacitar al productor agrícola, especialmente en regiones donde el clima es variable.
Destacó el caso de Holanda que cuenta con sistemas de invernaderos que utilizan energía geotérmica, los cuales optimizan el uso del agua al máximo, ahorran electricidad y controlan plagas, ejemplos a seguir por países como México.
Indicó que este tipo de formas de cultivo es la mejor manera de enfrentar al cambio climático y el hambre mundial ya que se proyecta que en el año 2050 habrá más de 10.000 millones de personas en el mundo y estas requerirán el doble de la actual producción de alimentos.
Actualmente, un tercio de la producción de alimentos del planeta, se desperdicia, teniendo un alto costo ambiental, pues estos desechos generan el 8 % de los gases de efecto invernadero anuales.
Por su parte el presidente del Consejo Mexicano de Agrobiotecnología, Marcel Morales, señaló que los sistemas de agricultura protegida son una gran solución para la productividad de alimentos, 10 veces mayor que al aire libre, al tener la posibilidad de controlar el clima, el agua y el uso de sustratos para las plantas, sin utilizar suelo fértil.
Aceptó que México requiere de mayor impulso a la tecnología de invernaderos para aprovechar de forma eficiente este sistema agrícola, además que los productores mexicanos tienen que recibir una mayor capacitación para uso de fertilizantes que se usan en mayor cantidad en este tipo de formas de cultivo.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el primer paso de la transformación del campo mexicano (décimo primer productor de alimentos en el mundo), es el programa federal «Sembrando Vida», que otorga subsidios a medianos y pequeños productores para que cultiven árboles frutales y maderables, pero que requiere de una mayor campaña educativa para su adecuado éxito.
También existe una alternativa tecnológica creada por investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), que permite recuperar suelos y aprovechar la lluvia, al posibilitar que hasta 95 % del vital líquido se infiltre al subsuelo y se proteja este bien.
De acuerdo a la Encuesta Nacional Alimentaria (ENA) en México, la superficie de unidades de producción agrícola alcanzan las 32,4 millones de hectáreas.