En los últimos años Aguascalientes se ha posicionado como uno de los Estados con el mayor índice de muertes por suicidios, cientos de familias viven bajo la sombra de este acontecimiento que les ha cambiado radicalmente la vida.
“El Güero” como sus amigos lo llaman, quien a su corta edad ha vivido de cerca el suicidio de su hermano y ahora de su padre.
Con la mirada pérdida y voz entrecortada nos comenta cómo ha vivido estos golpes inexplicables, el recuerdo le causa dolor y miedo a la vez.
“El Güero” es el mayor de cuatro hermanos, su hermano tenía 15 años cuando decidió morir, era un chavo normal, sano, amiguero, alegre y estudioso, cursaba el tercer grado de secundaria y precisamente 5 días antes de su graduación se suicidó. “Mi hermano era normal, tenía novia, la llevaba a la casa, convivíamos en familia, tomó la decisión de repente, nunca no lo hubiéramos imaginado, nadie”.
Un sábado de junio fueron los 15 de la novia de “N”, el domingo siguiente se le vio tranquilo, había tomado en la fiesta pero andaba consciente, no había señales o problemas que lo hubieran orillado ha hacerlo, el domingo por la noche se colgó y el lunes por la mañana lo encontraron ya sin vida.
Sus padres, una pareja joven, su madre maestra de primaria y su padre dedicado a la construcción, formaban una familia normal y a raíz de la pérdida de su hermano las cosas cambiaron, su papá empezó a tomar, las cosas en casa ya no eran igual, tuvieron ayuda psicológica y poco a poco en medio de tantas preguntas sin respuesta fue pasando el tiempo. Su papá quien era originario de Nayarit empezó a trasladarse a su ciudad natal a trabajar por temporadas, cree que lo hacía como un escape por el dolor que cargaba, estaba un tiempo allá trabajaba y regresaba, mientras que él decidió salir a Canadá para trabajar allá, tenía tres meses cuando el pasado 20 de octubre del aún 2019 recibió la noticia que jamás hubiera querido escuchar, era su madre quien le avisaba que su padre se había quitado la vida. Fue una noticia fría y dura, se resistía a creer y remover el dolor que su hermano le había dejado. Se regresó inmediatamente con la esperanza de que lo que estaba pasando era un mal sueño, una pesadilla que se estaba presentando y que pronto pasaría, no podía ser verdad se repetía constantemente. Ahora él se siente con la gran responsabilidad de ver por su madre y sus dos hermanos menores, no sabe qué sigue, no sabe cómo vivir con la sombra que persigue a su familia, sólo tiene 20 años.
Doña Luz, mujer fuerte y trabajadora perdió a su nieto que había criado desde los seis meses, su hija se lo dejó para ir en busca de mejores oportunidades en los Estados Unidos, ella como pudo le dio lo mejor, lo educó y lo hizo un hombre de bien, mientras su hija le mandaba dinero para que a su hijo nunca le faltara nada, pero ella comenta que “el dinero no es nada en la vida, es el calor de la madre lo que los hijos necesitan”, su mamá nunca lo vino a ver ni mandó por él como se la hacía creer cuando le llamaba por teléfono.
“Betito” como le llama tiernamente se suicidó un mes antes de cumplir 15 años, estaba por salir de la secundaria cuando encontró a su niño colgado, ella creía que el muchacho estaba jugando, pero ese juego se convirtió en su peor y gran dolor que lo acompañará hasta el día que ella muera.
Con inmenso dolor y lágrimas en los ojos comenta “mi niño era muy alegre, juguetón, amiguero y le gustaba cantar, lo quise mucho. Es una cosa imposible de creer, lo que me pasó a mí nunca se lo deseo a nadie, me da coraje que les griten a los niños, que los maltraten, uno sabe lo que es perder a un hijo”.
La mamá de Adrián sufría cuadros de depresión severa, una maestra del Centro de Pedagogía quien atendía a niños con capacidades especiales tenía tres años combatiendo la enfermedad y en varias ocasiones había intentado suicidarse.
“Nosotros éramos una familia normal, papá, mamá y tres hermanos, sabíamos del problema de mi madre, ella se estaba medicando, pero le llegaban crisis que eran más fuertes que ella”.
La maestra “Linda” como la conocían se había familiarizado con la muerte, ella quería morir bonita y arreglada, se pintó el cabello, se maquilló, preparó la comida para su esposo e hijos, ese día les preparó chiles rellenos y arroz para la comida, después subió a su cuarto para dejar este mundo.
Fue Adrián quien a sus 17 años la encontró y en su desesperación la descolgó y la quiso reanimar, llamó a la Cruz Roja, le dieron indicaciones para aplicar RCP pero no pudo hacer nada.
Ahora ya nada es igual, se vive con miedo, con muchas preguntas “si hubiera llegado antes lo pude haber evitado, una persona normal no intenta matarse, la depresión se tiene que tratar, es una enfermedad, cualquier persona la puede tener, mi mamá era alegre, divertida, super extrovertida, la alegría de la casa de mis abuelos, siempre elegante y muy bonita, ahora vivo recordando episodios y trato de encontrar una explicación, una respuesta, una justificación, pero no la encuentro, así como ya no la encuentro a ella en casa”.