Leganés (Madrid), 23 nov (EFE).- Javier Aguirre, el técnico mexicano elegido por el Leganés para intentar obrar el milagro de la salvación, debutó en Butarque con derrota aunque con la satisfacción de ver a su equipo plantar cara al Barcelona en un reflejo de la confianza recuperada por unos jugadores que han devuelto la ilusión a su afición.
El estreno de Javier Aguirre en Butarque no pudo ser frente a un rival de mayor entidad. El Barcelona, pese a su liderato, llegó con dudas a este partido y Ernesto Valverde quiso intentar disiparlas con un once coronado por cuatro delanteros.
El argentino Leo Messi, el uruguayo Luis Suárez y los franceses Ousmane Dembelé y Antoine Griezmann, los cuatro puntales ofensivos de la plantilla azulgrana, saltaron de inicio y tanta dinamita acumulada no fue capaz de ordenarla en su esquema Valverde.
Gran culpa de la inoperancia atacante del Barcelona la tuvo Aguirre, que tejió una maraña defensiva que desesperó en muchos momentos a su rival y frenó la velocidad de sus jugadores más determinantes.
El conjunto catalán encontró muchos problemas para abrir hueco entre la defensa del Leganés hasta el punto que Gerard Piqué, que en numerosas ocasiones subió con el balón hasta el centro del campo, recriminó a sus compañeros mayor velocidad y desmarques para poder recibir sus pases.
Los peores presagios del Barcelona se cumplieron cuando el marroquí En-Nesyri recibió un balón en la frontal del área y con un zurdazo cruzado colocó su remate en la escuadra derecha de la portería de Ter Stegen. Fue entonces cuando volvió a aparecer en la cabeza de los azulgranas el recuerdo del naufragio de la temporada pasada en Butarque.
El gol del Leganés lo celebró Aguirre a su manera, con alegría contenida. Desde la banda, con bufanda al cuello y con las manos en los bolsillos disfrutó de la celebración de sus jugadores con el gesto impasible.
Con el mismo gesto serio, aunque esta vez aplaudiendo a sus jugadores para animarles, vio como a los 52 minutos el uruguayo Luis Suárez marcó el empate de cabeza tras un buen pase de Messi.
En busca de soluciones, y sobre todo de mejorar la imagen, a Valverde no le quedó otra que mover su banquillo. Sustituyó a Busquets y a Griezmann, que estuvo desaparecido, y puso en el césped músculo con el chileno Arturo Vidal e imaginación con Iván Rakitic.
Con el croata el Barcelona es otro y el equipo lo notó para mejor, sobre todo cuando, mediada la segunda mitad, al Leganés le comenzó a fallar la energía. No perdió la cara al partido, pero su juego sí comenzó a ser intermitente, con chispazos puntuales de algunos jugadores que volvieron a destapar las carencias defensivas de los azulgranas.
A los 79 minutos el Barcelona dio la vuelta al marcador con un tanto de Arturo Vidal en otra jugada iniciada a balón parada, en este caso un córner. A diferencia de otras ocasiones, sobre todo en los últimos partidos de Pellegrino, el Leganés no se hundió. Cambió el chip y se marchó al ataque en busca de la épica.
No pudo ser, pero pese a la derrota, al Leganés se le vio otra cara. La depresión en la que vivió instalado durante muchas semanas con Pellegrino parece olvidada y aunque los problemas son los mismos la confianza parece recuperada. Y la afición se ha vuelto a enganchar.
El mexicano, tercer entrenador del Leganés esta temporada, tiene una buena papeleta por delante. El reto no es fácil. Con solo seis puntos en la clasificación su equipo es colista y la próxima jornada visita el Sánchez Pizjuán para medirse al Sevilla, otro de los rivales más fuertes del campeonato.
David Ramiro