Sergio Sarmiento Fernández
Agencia Reforma
“México está dando un ejemplo en el mundo porque logramos aplanar esta curva y evitar que se saturaran los hospitales sin medidas coercitivas”. ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR
El pasado 26 de mayo una mujer lanzó una petición de auxilio en un chat grupal. “El papá de un muy buen amigo está en etapa terminal de cáncer ya con mucho dolor y el Seguro Social le manda cita hasta el 1ro de julio… El señor ya está en agonía de dolor”.
En espera de la cita, en el IMSS “le han negado el medicamento que debe tomar para calmar el dolor”. Sólo con la receta que le darían el 1ro de julio podía recibir las medicinas, pero vivir con el agudo dolor durante más de un mes era imposible.
Los amigos del chat empezaron a pedir apoyo para obtener las medicinas, Temgesic y Brospina, pero éstas son controladas y no pueden venderse sin receta. La escritora Mónica Soto Icaza lanzó un llamado a través de sus redes sociales y consiguió que un cirujano del estado de Veracruz mandara por paquetería “parches de ese medicamento con una semana de duración” acompañados de la receta. El 19 de junio, sin embargo, todavía en espera de la cita del IMSS, el paciente “descansó y se acabó el sufrimiento”.
Las dificultades para conseguir citas en las instituciones de salud pública de nuestro país no son nuevas, pero se han agravado considerablemente. La periodista Ivabelle Arroyo narró en redes sociales el 22 de junio: “Mi padre, con insuficiencia cardíaca reciente, no es recibido en el @ISSSTE_mx porque ahorita eso no. Ya llevamos dos meses con tratamiento por fuera y necesita hospitalización. Cada día está peor. Hoy estuvo desde las 11 hasta las 6 en Cuernavaca pidiendo atención de un cardiólogo”. Días después añadió: “No es que lo manden a otro centro o incluso a otra ciudad. Simplemente ahorita no y hasta ahí llegan. Ni estudios ni nada. ¡Se quiere contagiar de Covid para que lo atiendan!”.
Sin embargo, tener Covid no es garantía de atención. Muchos pacientes que llegan a los hospitales con síntomas son devueltos a sus casas para mantener ahí el aislamiento. Ni siquiera se les hacen pruebas. El Gobierno piensa que entre menos pruebas se hagan menos grave será la pandemia.
Las autoridades afirman que, con excepción de algunos centros de especialidad, los hospitales no están saturados. Pero esta supuesta suficiencia se ha alcanzado dejando de hospitalizar a muchos que lo requieren.
La saturación se refleja también en otros servicios. No hay sangre, por ejemplo, para las intervenciones quirúrgicas. Éste siempre ha sido un problema, por lo menos desde que se prohibió la compra hace años, pero en los tiempos del coronavirus se han agotado las pocas aportaciones que había. Los donadores se han esfumado por el encierro y por el temor de acudir a instituciones de salud.
La precaria situación no es sólo culpa de este Gobierno. Llevamos años de recortes de presupuesto, pero el actual régimen ha eliminado el Seguro Popular, sin tener listo un sistema para remplazarlo, y los copagos de pacientes en los institutos de salud, sin aportar recursos para compensarlos.
El presidente López Obrador, es cierto, tiene otros datos. “México está dando un ejemplo en el mundo porque logramos aplanar esta curva y evitar que se saturaran los hospitales sin medidas coercitivas, sin el uso de la fuerza, con la participación voluntaria, consciente de los ciudadanos —señaló el 9 de junio—. Esto no se logró en otras partes del mundo”.
No parece, sin embargo, que hayamos aplanado ninguna curva; y si hay lugar en los hospitales, es porque se niegan los servicios a quienes los necesitan, o se les dan citas para después de su muerte.
SISMOLÓGICO
Es verdad. Porfirio Díaz estableció el Servicio Sismológico Nacional el 5 de septiembre de 1910. Esperemos que esto no lleve a AMLO a desaparecerlo. De hecho, ojalá que no se haya enterado todavía que existe.
Twitter: @SergioSarmiento