Aguascalientes.- El desempeño de múltiples roles durante el período de aislamiento, adicionales a lo acostumbrado, sin redes de apoyo, podría representar un factor de riesgo para la salud física y mental de las madres trabajadoras, quienes desarrollan ansiedad, estrés, insomnio y agotamiento, alertó la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
De acuerdo a un informe de académicas de la institución, una consecuencia del aislamiento social para quienes son madres es la sobrecarga de trabajo, pues en sus hogares desempeñan más de un rol a la vez: cuidan de los hijos, hacen los quehaceres domésticos y atienden sus actividades laborales.
En el marco del día de las madres, señalaron que aunque la emergencia sanitaria afecta la cotidianidad de todos los sectores de la población, las mamás son de las más afectadas, y prueba de ello es que este año su festejo fue distinto, además del encierro, ellas viven una situación compleja que el confinamiento ha detonado.
Esa situación hace que busquen estrategias de dispersión, mediación y reencuentro para fortalecer las relaciones familiares, así como educativas, económicas y administrativas para superar la crisis, lo que puede provocarles una sensación de saturación.
En esta temporada, las mujeres jefas de familia trabajadoras tienden a enfrentar una posición de triple jornada, pues deben estar pendientes del plano laboral sin dejar de lado tareas que socialmente se les han atribuido, como las domésticas y el cuidado de los hijos, incluso de la pareja y los padres.
Esta situación es común, pero en la cotidianidad se tienen redes de ayuda: madres, suegras, hermanas o amigas que les apoyan, y ahora que todos deben permanecer en casa, las funciones se sobrecargan, generando mayor estrés.
Esta circunstancia es desgastante para las mujeres y genera un impacto negativo en su bienestar físico y emocional. Debido a los roles y estereotipos de género, las madres dejan de lado sus propias necesidades, lo que podría representar un factor de riesgo para su salud física y mental al presentar ansiedad, estrés, insomnio y agotamiento.
Por lo tanto, es momento para que la familia aprenda a distribuir el trabajo doméstico y de cuidados de manera equitativa, crear espacios colaborativos y un hogar más igualitario, que vaya más allá de la cuarentena.
En circunstancias normales (no de confinamiento), las mujeres desempeñan en el hogar 39 horas de trabajo no remunerado a la semana, y los hombres, 13 horas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el trabajo no remunerado que realiza el 75 por ciento de las mujeres en sus casas representa el 23.5 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país.
Asimismo, el INEGI indicó que cada persona participó en promedio con 42 mil 602 pesos anuales por sus labores domésticas y de cuidados.