Se sabe, y ahora se está comprobando, que el confinamiento afecta la salud mental de aquellos que sí lo cumplen, pues la falta de contacto social y la estrechez de los muros de casa hacen que se disparen no sólo los llamados a los números de consulta que asisten casos de angustia y depresión, o los casos en que el desequilibrio se manifiesta con violencia en los hogares, sino hasta la venta de fármacos para tratar esos padecimientos.
Sin embargo, y a propósito del Día de las Madres, un estudio de la UNAM habla de que las mujeres trabajadoras son ahora un grupo de alto riesgo de desarrollar padecimientos emocionales, expresados en estrés, insomnio, angustia, depresión y cuadros de agotamiento crónico, todo porque en estas circunstancias se han multiplicado sus roles, amén de que la situación laboral es la peor en décadas.
Estas mujeres, verdaderas luchadoras, no sólo tienen que lidiar con la carga de llevar comida a casa, sino que ahora tienen a sus hijos menores todo el día en casa, lo que pasados los días, las semanas y los meses es como para desequilibrar al santo Job, amén de que también fueron convertidas, así de repente, en educadoras, lo que se ve que es demasiada carga para estas mamás, lo que se traduce no sólo en desequilibrios, sino también en riesgos adicionales para su salud física.