Son dos sacerdotes de la Diócesis que tienen familias desparecidas víctimas de la delincuencia organizada, señaló el Obispo de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez, recalcando que la Diócesis abarca municipios de los estados de Zacatecas y Jalisco.
El jerarca de la Iglesia, en conferencia de prensa, destacó que “la Iglesia no es que esté reclamando solamente lo nuestro, sino que se está reclamando lo que le está pasando a la gente, creyentes y no creyentes, esto es un problema real y no es un problema de la Iglesia, sino de la sociedad mexicana en donde debido a la inseguridad hay muchas manchas y a nivel nacional hay mucha preocupación”, dijo.
Además de hacer un llamado a que cada quién cumpla con su misión, pues “al Gobierno no le toca dar homilías sino hacer efectiva la ley”, sentenció.
En ese sentido, recalcó que “todo el Pueblo de Dios en su conjunto estamos llamados, por el Bautismo, a trabajar por la reconstrucción de la paz, a ejercer nuestro sentido profético ante esta situación, no sólo al anunciar con el testimonio el proyecto de Dios, sino denunciando con valor las injusticias y atropellos que se cometen, dejando de lado temores y egoísmos, muchas veces aun a costa de la propia vida, como ha sucedido con periodistas, defensores de los derechos humanos, líderes sociales, laicos y sacerdotes”.
Monseñor añadió que ante esta situación de violencia no solamente es la Iglesia la que se pronuncia, pues son más de 120 mil personas que piden al Gobierno “que se unen en un grito que lleva al cielo y que también viene del cielo y nos dice qué estamos haciendo con estos hermanos, nosotros como Iglesia estamos viviendo el presente y ya sabemos que cuando no somos capaces de solucionar un problema buscamos culpables, justificaciones, pero aquí no se trata de buscar culpables, tampoco nos vamos a poner a pelear, sin duda es un problema muy complejo que no depende de una sola persona, en este caso del Presidente, y entonces, no nos dejemos engañar, el Presidente tiene mucho que hacer y tiene que cumplir su misión, y su misión es dar seguridad, hacer que la ley se cumpla y castigar a quienes merecen el castigo porque está comprobado que está haciendo un mal, y ahí está su tarea”, reiteró.
Y retomando el número 56 del Proyecto Global Pastoral 2031-2033, que como Conferencia Episcopal de México han asumido todos los Obispos, y que nos iluminan lo que se está viviendo en estos momentos en nuestro país, compartió que “hoy vivimos situaciones que nos han rebasado en mucho y que son un verdadero calvario para personas, familias y comunidades enteras, en una espiral de dolor a la que por el momento no se le ve fin. Muchos pueblos en nuestro país experimentan constantemente la inseguridad, el miedo, el abandono de sus hogares y una completa orfandad por parte de quienes tienen la obligación de proteger sus vidas y cuidar sus bienes. Tal parece que esta situación de violencia ha rebasado a las autoridades en muchas partes del país, los grupos delincuenciales se han establecido como verdaderos dueños y señores de espacios y cotos de poder y, debido a la furia y a la capacidad de terror de muchos de ellos, han puesto a prueba la fuerza de la ley y del orden. Son muchos los sufrimientos que a causa de la violencia a lo largo de estos últimos años se han ido acumulando en las familias del pueblo mexicano”.