París, 8 oct (EFE).- Arabia Saudí quiere abrir sus puertas al turismo por primera vez a través de la joya arqueológica de Al Ula, región en el noroeste del país habitada desde hace 7000 años que cuenta con construcciones similares a las de Petra (Jordania), para lo que contará con el apoyo de Francia.
Enfocada en la llamada «maravilla de Arabia», el Instituto del Mundo Árabe de París presenta desde este miércoles hasta el 19 de enero una exposición que muestra los secretos de Al Ula y que pretende despertar el interés por esta zona en Francia.
El príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, está llevando a cabo un plan de apertura que incluye diversificar su economía a través del turismo, algo que confirmó en abril, cuando visitó París y firmó con el presidente francés, Emmanuel Macron, un acuerdo de cooperación centrado en la economía digital y el turismo.
Al Ula es todavía un destino turístico en proceso, ya que por el momento no hay infraestructuras necesarias para que los visitantes descubran en profundidad el sitio arqueológico. Además, Arabia Saudí solo expide visados turísticos desde el pasado 27 de septiembre.
Las especiales características hidrológicas de la zona han permitido durante miles de años practicar la agricultura en mitad del desierto, y por esto numerosas civilizaciones se han instalado allí, desde la Prehistoria hasta nuestros días, como recuerdan en la exposición restos arqueológicos como esculturas, vasijas o inscripciones.
Al Ula ha sido lugar de paso de diferentes rutas comerciales y religiosas a lo largo de la historia. Esto ha hecho que tanto el arte como las lenguas hayan recibido influencias de culturas como la griega, la egipcia y la siria.
Este oasis de 7000 años de historia es un corredor natural de 30 kilómetros y es el primer enclave saudí que forma parte de la Unesco. Sus edificios incrustados en la piedra se asemejan a los de la ciudad perdida de Petra, ya que fueron creados por la misma civilización, los nabateos, quienes habitaron ambas zonas.
Las enormes formaciones rocosas recuerdan a las del Gran Cañón del Colorado, con la particularidad de la abundante vegetación en algunas zonas.
«Se pasa del verde de las palmeras al amarillo del desierto rápidamente», describió ante la prensa la comisaria de la exposición y arqueóloga francesa, Laïla Nehmé.
Las mayoría de muestras arqueológicas expuestas son inéditas: imponentes esculturas que datan del periodo de los reyes Dadán y Lihyan, (entre los siglos VIII y V a.C), objetos de la civilización romana, o inscripciones milenarias en diferentes lenguas.
Abdulrahman Alsuhaibani, arqueólogo saudí y comisario de la muestra, concluyó alabando a sus habitantes: «Han sabido proteger la historia y la naturaleza durante siglos».