México, 18 nov (EFE).- Un año antes de cumplir 15, Amelia de Jesús Robles Ávila tomó una decisión que marcó su vida: combatir en la Revolución mexicana con Emiliano Zapata. Para tal fin, se vistió de hombre y terminó siendo uno de los primeros transgénero registrados en México: el coronel Amelio Robles.
Según cuenta este lunes en entrevista con Efe la historiadora Martha Rocha Islas, investigadora de la Revolución, que arrancó en 1910, en ese entonces el discurso en la sociedad «era que lo natural era la heterosexualidad y no permitía, ni daba la posibilidad de que las mujeres participaran en el ámbito de lo público y menos en el ámbito de la guerra», añade.
En una intensa búsqueda en el archivo histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, hace algunos años, la investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) halló 432 expedientes de mujeres veteranas de la Revolución Mexicana entre las que encontró Amelia/o Robles Salas.
«El de Amelia es un caso un tanto controvertido», dice y cuenta que Robles decidió tomar la armas y para ello se enlistó, en 1913, en la fuerzas zapatistas, donde soportó la muerte de Zapata en 1919 y alcanzó el grado de coronel.
Robles (1889-1984) también formo parte del Ejército de Venustiano Carranza en 1921 y posteriormente volvió a tomar las armas en 1924 para apoyar el Gobierno de Álvaro Obregón, presidente de México.
Esto según un artículo académico llamado «Amelio Robles, masculinidad (transgénero) en la Revolución mexicana», de la investigadora Gabriela Cano, a quien refiere Rocha Islas.
LA SOLDADO LLEGA A CORONEL
En el expediente que revisó Rocha Islas se registra la participación de Amelio en la Revolución y un poco de su vida personal.
«Expuso que desde pequeña le interesaban los caballos y la vida del campo. Posteriormente se incorpora a la Revolución donde fue una mujer aguerrida, atrevida y que combatió en el frente», relata.
Para la investigadora lo particular en la historia de Robles es que se trata de uno de los primeros casos trans documentados, y recuerda que el discurso dominante de la época señalaba espacios diferenciados de participación para hombres y mujeres.
«Para las mujeres era el hogar y las tarea domésticas, mientras que para los hombres era el espacio público, en el que existían tres ámbitos muy importantes, el político, el del trabajo remunerado y el de la guerra», apunta.
No querían que las mujeres participaran porque les preocupaba que desatendieran las tareas domésticas y que se «masculinizaran».
«No solo es el caso de Robles sino que muchas mujeres tuvieron que ‘masculinizarse’ (vestirse con cánones masculino de la época) para entrar a la guerra. Sobre todo las que ingresan como soldados y también tienen que tomar actitudes que se han atribuido a los hombres como son la valentía y el arrojo», describió la académica.
Estas características, precisa Rocha Islas, también corresponden a muchas de estas mujeres que se involucraron en la Revolución mexicana.
«Pero en el caso de Amelia, particularmente, ella sí fue reconocida como Amelio Robles en este período de la Revolución y después, en la posrevolución, se sabe que se ganó el respeto de sus correligionarios», dice.
De hecho en un expediente militar se apunta que «reunió 15 hombres en Xochipala, Guerrero (donde una casa-museo lleva su nombre), y en el que se destaca su «arrojo y valentía» en la Toma de Iguala de ese año, así como en la de Chilpancingo en 1914, ambas victorias para el Ejército Zapatista.
Después de la Revolución, fue conocido y reconocido como Amelio Robles «incluso en su expediente de veteranía presentó primero papeles como Amelio, y con un atuendo militar».
Pero el Ejército desconoció los servicios militares que las mujeres prestaron en la Revolución y también les desconocieron sus grados y solo los reconocieron como servicios civiles prestados en este periodo, ello con el fin de que no pudieran regresar al Ejército y tener la mismas prerrogativas que tenían los militares.
LOS ROSTROS DE LA REBELDÍA
La participación de Robles y otras mujeres en la Revolución fue plasmado por Rocha Islas en el libro «Los rostros de la rebeldía. Veteranas de la Revolución mexicana, 1910-1939» (2016).
«La participación de las mujeres en la Revolución Mexicana fue múltiple y diversa, no desconocemos la presencia de las soldaderas que acompañaron a los ejércitos revolucionarios cumpliendo el servicio de intendencia, sin embargo no fue la única manera en la que participaron», señala.
La investigadora cuenta que después de revisar una serie de expedientes logró establecer una tipología agrupando a las mujeres en propagandistas, enfermeras, soldados y feministas.
«La participación de las soldados no fue quedándose en los campamentos de guerra haciendo las tareas domésticas sino que ellas al igual que los soldados empuñaron las armas, participaron en la línea de fuego y por esas razones ostentaron grados militares, el más alto, el de coronela», finalizó.