Luego de no verla durante más de un año a causa de la pandemia, al fin pude compartir charla con mi querida amiga Leticia Acuña Medina. Ella es una destacada periodista de Aguascalientes (El Heraldo) con la que compartí redacción, apenas unas semanas, a mediados de los 90.
Mientras bebe de su jugo verde me narra, con la sencillez de aquel que pasa caminando de una calle a la otra, que ha viajado por los seis continentes.
Me dice que está convencida que vive tiempo extra y no quiere perderse ni un solo día de vida.
Lleva años recorriendo el mundo y su dinero lo invierte en viajes.
Entre sus planes inmediatos está el de embarcarse en un crucero alrededor del mundo a lo largo de 120 días. Se ha comprometido a mandarme fotografías y video de los lugares que visite, con la idea de que luego yo haga ese recorrido.
Sin pizca de temor dice que le queda poco tiempo de vida y los aprovechara conociendo lugares.
Me ha regalado una cartera de piel que encontró en una boutique vaquera, la vio y supo que debía ser para mí.
También recordamos a aquellas amigas y amigos que han muerto en los últimos meses.
Nada la ata y puede viajar a cualquier rincón del mundo. Es libre.
Hizo un breve recuento y ha viajado por los seis continentes: América, África, Asia, Europa, Oceanía y Antártida.
Luego de cruzar el peligroso Pasaje de Drake, con sus enormes olas, para poder llegar a la inmensidad de la Antártida, subió a una lancha para recorrer el gélido paisaje. Viajó a la esquina del mundo para cumplir uno de sus sueños: beber coñac con hielo milenario.
Cortaron hielo del continente, lo llevaron al barco, ahí lo picaron en trozos más pequeños, puso en un vaso algunos trozos, vertió coñac y el hielo comenzó a crujir. Es un sonido que no olvida. Bebió y fue en ese trago que supo valieron todas y cada una las horas del viaje a la Antártida.
Recuerda divertida cuando tomó vodka en la Plaza Roja de Moscú para no congelarse.
Lo exótico del viaje a la Isla de Pascua (Rapa Nui), donde apreció las enormes cabezas de piedra (Moáis) que habitan la isla en medio del Océano Pacífico.
Me habla de los hermosos paisajes del Serengueti, las familias de leones caminando en la sabana africana.
La belleza de las calles en San Petersburgo.
Me recomienda viajar, conocer y recorrer el mundo que tarde o temprano habremos de abandonar.
Días después de esa charla, a finales de julio de 2021, me hizo llegar una colección de llaveros, imanes, collares y figuras de las cabezas de la Isla de Pascua (Rapa Nui).
Coloqué un porta vasos con la imagen de cinco cabezas en mi escritorio, está entre el monitor y el teclado, ahí pongo la taza de mi café matutino, es un recordatorio diario que tengo un viaje pendiente hacia ese punto del mundo.
Pocos minutos antes de terminar el 2021 recibí un mensaje de su parte. Ella es de las personas que pueden pasar meses y no tener noticias de ella, pero que en unas cuantas palabras te ilumina la noche.
Este 2022 deseo que todos tengan una amiga como Leticia Acuña Medina, una persona que te apoye en los inicios de tu carrera, que te corrija y aconseje, que te inspire a superarte, que te aliente a viajar, que te recuerde lo frágil que es la existencia y te dé testimonio de cómo seguir adelante a pesar de lo complicado que sean las pruebas que te ponga la vida.
Busqué en internet el significado de Leticia. Es un nombre propio femenino de origen latino (Laetitia) que significa “alegría” o “felicidad”. En la persona significa “la que trae alegría”.
Ahora entiendo por qué todos deberíamos tener una Leticia en nuestra vida, y ser la Leticia en la vida de otras personas.