En Aguascalientes empezó antes de lo esperado el famoso ‘Año de Hidalgo’, el viejo y conocido adagio que todos saben, una triste realidad en este país y que es de larga data y tradición.
Pero los funcionarios que van de salida se despachan no con la cuchara grande, sino con el cucharón, y la obligación del mandatario en turno es desnudar las tropelías y denunciar a sus colaboradores.
Para muestra un botón: la delicada denuncia hecha por comerciantes, hoteleros y restauranteros sobre la corrupción que priva en el Patronato de la Feria, quienes denuncian que las irregularidades son tan grandes que el gobernador prefiere curarse en salud y deslindarse de los funcionarios que lo coloquen a él también en el ojo del huracán.
Recordemos que no son pocos los gobernantes y colaboradores que han terminado tras las rejas, pues a lo largo de la historia política del país, y más en tiempos recientes, hay muchos casos, ya que los excesos han sido enormes, tanto que, por mencionar un hecho reciente y local, un ex-mandatario panista ha pisado la cárcel varias veces y se le sigue un proceso penal; incluso varios de sus colaboradores también estuvieron tras las rejas, pues lo que se agenciaron indebidamente fue tan grande que no había manera de seguir ocultándolo.
La corrupción, algo que sangra al país, ya se sabe que es una cuestión cultural, de educación, de falta de valores, de hecho se sabe que muchos ni siquiera piden, sólo dicen ‘no me den, nada más pónganme donde hay’, y lo que ya se sabe es que en las altas esferas del poder lo que sobran son los recursos, sí, el dinero que aportamos usted y yo, los contribuyentes cautivos.
Obviamente éste no es un problema local y ha habido casos que de plano se pasan de la raya, recordemos a aquel pintoresco ex-alcalde de San Blas, Nayarit, quien cínicamente confesó que cuando fue funcionario robó, pero nomás poquito, que sólo fue una rasuradita. Esta expresión primero causó risa, pero después preocupación, pues en manos de quién estamos, si se supone que en esos cargos se llega por la voluntad popular y nadie en su sano juicio pondría a un ratero en las arcas públicas.
Eso lo deberían tener claro tanto hombres como mujeres que acceden a tan altas posiciones, quienes por hacerse de recursos que no son suyos terminan con carreras, con trayectorias y hasta con la reputación, además, no se debe olvidar que la venganza política está latente y que quienes siguen en el poder podrían hacer cacería de brujas y ahí sí, ni cómo ayudarlos.
Obvio, no queremos ni pretendemos decir que todos los funcionarios son corruptos, hay hombres y mujeres de bien que llegan a hacer su labor para la que fueron elegidos o contratados, en caso de los funcionarios, y lo hacen tan bien que quedan en la memoria colectiva de la población en general, y como lo hemos comentado en otras ocasiones, ni el cargo ni el fuero duran para siempre.