Ginebra, 21 jun (EFE).- Gobiernos, patronales y sindicatos lograron este viernes un histórico acuerdo al adoptar la primera Convención para la Eliminación de la Violencia y el Acoso en el Mundo del Trabajo en la jornada de clausura de la conferencia anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Este nuevo instrumento jurídico internacional cubre a todas las categorías de trabajadores, independientemente de su estatus contractual, así como a personas en formación -incluyendo aprendices y becarios-, así como a aquellos cuyos trabajos han terminado, voluntarios y personas que buscan empleo, así como a todos los que tengan la autoridad, cumplen los deberes y responsabilidades de un empresario.
«Es un día histórico. En su centenario, la OIT no podía hacer un mejor regalo que una convención que aborda uno de los problemas más perniciosos del trabajo y que no deja a nadie fuera», dijo la canadiense Marie Clarke Walker, quien representó a los trabajadores en el comité que redactó el texto.
Walker dijo que la convención establece «estándares mínimos que dan a millones de trabajadores la esperanza de que trabajar sin ser víctimas de violencia es posible».
Una de las mayores dificultades durante los cuatro años de negociación que requirió esta convención fue definir el ámbito geográfico y las formas que podía tomar el acoso, ya que los sindicatos promovían un enfoque más amplio que los empresarios, que temían asumir responsabilidades que iban más allá de su capacidad de acción.
Finalmente se acordó que la convención se aplica tanto en el lugar de trabajo, como en entornos relacionados o derivados de éste, incluyendo los espacios donde los empleados reciben su remuneración, donde hacen una pausa o comen, así como los servicios sanitarios o vestuarios.
Asimismo, están comprendidos los viajes, capacitaciones, eventos sociales con relación al trabajo, los lugares de hospedaje facilitados por el empresario y el trayecto de ida y vuelta al trabajo.
La convención reconoce también que la violencia y el acoso pueden ocurrir a través de comunicaciones vinculadas al trabajo, incluyendo las de carácter virtual.
La negociadora por parte de las patronales, la australiana Alana Matheson, reconoció ante los delegados que la violencia y el acoso son «una epidemia que debe terminar» y consideró que esta convención «puede cambiar significativamente esta realidad».
La convención, que entrará en vigor doce meses después de que sólo dos Estados la hayan ratificado, está complementada por una «recomendación», un texto que detalla mucho más el alcance de la convención pero que no tiene el peso jurídico de la primera porque no será de obligado cumplimiento.