El miércoles pasado la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, afirmó que los nueve gobernadores que hace dos semanas habían demandado el cese de Hugo López-Gatell de la Subsecretaría de Salud y de su cargo como zar contra la pandemia habían retirado su exigencia, a lo que los mandatarios del llamado bloque federalista respondieron que no había cambio en su postura y que mantenían su reclamo contra el funcionario, un día antes de que el rostro de la lucha contra el Covid-19 en el país, lo que es mucho decir, informara que en el semáforo epidemiológico que él maneja nuestra Entidad estaba por primera vez en color rojo.
Eso implicaría, en otras circunstancias, que nuestra Entidad se vería obligada a volver a cerrar templos, restaurantes, gimnasios, bares, bajo el argumento de que la ocupación de camas de terapia intensiva con ventilador disponibles llegó al 50 por ciento, un asunto del que hemos informado oportunamente, lo que sin embargo no llevó a la autoridad estatal a ordenar las medidas correspondientes, como pudimos ver este fin de semana en que Aguascalientes entero no sólo no acató las indicaciones de retomar y endurecer las medidas preventivas, sino que se comportó como si la pandemia no existiera.
Mientras desde Palacio se pronunciaron contra la decisión y anunciaron que la ignorarían olímpicamente, la sociedad hizo lo que viene haciendo desde hace semanas, de tal manera que las zonas de ocio se vieron abarrotadas, los centros comerciales, tianguis, mercados y lugares públicos se llenaron de personas, en tanto que la alcaldía, que en este sentido había sido más cauta, ordenaba la reapertura de los jardines y parques públicos.
No sabemos qué de casualidad tenga el hecho de que la Federación nos colocara en el color rojo de su semáforo, cuyos criterios se han puesto en duda desde hace semanas, y si el anuncio tenga que ver, como suponen en el Gobierno estatal con la demanda de la renuncia de López-Gatell, aunque el argumento oficial es el de la alta ocupación de las camas que se necesitan para atender a los pacientes más graves por causa del coronavirus, aunque de cualquier manera suena temeraria la apuesta local de no sólo ignorar los señalamientos de la Secretaría de Salud, en cuanto a que fomentan la evidente irresponsabilidad de una mayoría que ya decidió hacer su vida como si los riesgos de infectarse, enfermar y hasta morir fueran nulos.
De la administración llegan respuestas que aseguran que, como sucede efectivamente, la cifra de contagios lleva varias semanas estabilizada, con una media de 60 a 65 casos de nuevos casos positivos al día y de cinco decesos cada 24 horas, aunque todos debemos recordar que es cierto también que nuestro sector sanitario da ya muestras de agotamiento y que ellos mismos anunciaron que el Hospital Hidalgo, cuyo personal está ya acusando agotamiento extremo, deriva ya a algunos enfermos a la unidad de atención que se instaló en la XIV Zona Militar y que las áreas de atención por Covid-19 se extenderán a otros hospitales del sector estatal.
Como sea esto parece un pulso más entre las autoridades federales y estatales, y una apuesta de alto riesgo para ambas partes, en cuanto a lo que está en juego no es una facultad en disputa o una partida presupuestal, sino el control o descontrol de una pandemia que, a pesar de los que en su proceder niegan su existencia, ya causó mucho daño entre nosotros y en el resto del país y el planeta.