Por Erick Cortés.- Desde el 2010 es común verlas surcando los cielos de Georgia, pero su veloz proliferación (desovando hasta 1,500 huevecillos por cada apareamiento), ha extendido su presencia en gran parte del Este de los Estados Unidos.
Muy llamativas por sus colores brillantes y su gran tamaño (un rasgo que para muchos ya es suficiente para considerarlas aterradoras), las arañas Joro tienen un particular sello distintivo del resto de sus compañeras de especie: la capacidad de volar.
Soltando varios hilos de seda en el aire que funcionan como un paracaídas, pueden planear y recorrer distancias kilométricas en busca de alimento, agua y mejores condiciones para vivir.
Se trata de una especie invasora que habría llegado a América en el equipaje de algún viajero de Asia, donde ha sido bautizada como “araña Joromuro”, un nombre que, según el folklor japonés, se trataría de un demonio que posee la capacidad de transformarse en arácnido.
Si cualquier araña común se aventurara a volar, se expondría al peligro de adentrarse en el territorio de sus depredadores: las aves. Pero no es el caso de la Joro, que puede igualar en tamaño a un pájaro silvestre o incluso superarlo, pues algunos ejemplares alcanzan las ocho pulgadas de longitud. Además, su telaraña es tan fuerte que puede atrapar a las aves, lo que las vuelve parte de sus presas.
Aunque su mordedura es venenosa, los ataques a humanos son poco frecuentes y difícilmente anidan dentro de las casas.
Varios condados de Nueva York y Nueva Jersey ya se preparan para la inminente llegada de este arácnido durante el verano, por lo que las autoridades han emitido una serie de recomendaciones para mantenerlas alejadas, como fabricar repelentes a base de menta, canela, vinagre y cítricos; aunque un estudio liderado por la Universidad de Clemson ha concluido que las Joro han llegado a Estados Unidos para quedarse.